El circuito urbano de Marina Bay, en Singapur, mostró esta vez su faceta más tranquila. En un trazado donde las carreras suelen ser caóticas y llenas de incidentes, esta edición transcurrió sin sobresaltos, sin coches de seguridad ni giros inesperados.
En ese contexto, George Russell no tuvo rival. El británico partió desde la pole position y mantuvo un ritmo sólido durante toda la prueba para lograr una victoria contundente, la segunda de la temporada y la quinta en su carrera en la Fórmula 1.
Su triunfo también sirvió para celebrar otro logro importante: McLaren aseguró matemáticamente su segundo Mundial de Constructores consecutivo (el décimo en su historia), gracias al tercer puesto de Lando Norris y el cuarto de Oscar Piastri.
Con este resultado, Russell refuerza su posición dentro de Mercedes y, de paso, gana peso en las negociaciones con su jefe, Toto Wolff, en busca del contrato multianual que tanto desea.
El podio se completó con Max Verstappen, que fue segundo, seguido de Norris y Piastri. El líder del campeonato, Piastri, conserva una ventaja de 22 puntos sobre Norris y 63 sobre Verstappen, cuando restan seis carreras para el final del Mundial.
Detrás del grupo puntero, Antonelli fue quinto, seguido por los Ferrari. Leclerc terminó sexto tras una buena salida, mientras que Hamilton, con problemas de frenos en las últimas vueltas, cruzó la meta séptimo tras cortar varias curvas, lo que le valió una sanción que lo relegó al octavo puesto, por detrás de Fernando Alonso.
Por su parte, Carlos Sainz protagonizó una gran remontada: partió desde la posición 18 y finalizó décimo, sumando un punto tras adelantar a cinco rivales en las vueltas finales con neumáticos blandos.
Una carrera sin caos, pero con grandes historias: Russell volvió a brillar, McLaren celebró otro título, y la lucha por el Mundial sigue encendida.
