
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, anunció este lunes un controvertido plan para construir una “ciudad humanitaria” en el extremo sur de la Franja de Gaza, justo donde antes se erguía Rafah. El proyecto, que según las autoridades israelíes servirá para albergar a unas 600.000 personas, ha sido calificado por organizaciones humanitarias y defensores de derechos humanos como un nuevo gueto destinado a encerrar masivamente a la población palestina.
Las ruinas de Rafah, devastadas por los recientes bombardeos israelíes, serán el terreno donde se levante esta ciudad amurallada y bajo constante vigilancia. El ministro de Defensa, Israel Katz, aseguró que el objetivo es permitir que los palestinos “emigren voluntariamente” fuera de la Franja, y remarcó que el plan “debe cumplirse”. Las declaraciones no dejan lugar a dudas sobre el carácter forzoso del desplazamiento.
El anuncio del gueto llegó apenas tres horas antes del encuentro entre Netanyahu y Donald Trump en Washington. La portavoz de la Casa Blanca indicó que la tregua de 60 días y la situación humanitaria en Gaza no serían discutidas hasta que ambos líderes se reunieran cara a cara. Este contexto político refuerza las sospechas de que el proyecto cuenta con cierto aval de la administración estadounidense.
Katz informó que Israel ya controla el 70% del territorio gazatí y que el Ejército ha recibido instrucciones para iniciar la construcción del enclave humanitario durante la eventual tregua. La zona elegida es Mawasi, una franja costera donde se hacinan actualmente miles de desplazados palestinos. Este sería el núcleo inicial de una población controlada desde fuera por tropas israelíes.
La entrada a esta “ciudad humanitaria” estaría condicionada al registro y verificación de cada individuo por parte de las autoridades israelíes. Se busca impedir el ingreso de miembros de Hamás, pero en la práctica, el procedimiento representa un nuevo filtro de exclusión que somete a la población civil a un severo control militar.
Quienes logren ingresar, no podrán salir. El perímetro será cerrado, vigilado a distancia por tropas israelíes, y administrado formalmente por agencias internacionales. El enclave contará con cuatro nuevos puntos de distribución de ayuda, pero bajo condiciones impuestas por el ejército ocupante. Israel, sin embargo, asegura que no gobernará directamente la ciudad.
La idea de levantar un enclave cerrado bajo vigilancia militar mientras continúa la guerra ha sido comparada con los guetos del siglo XX, por su estructura segregacionista y su objetivo de control absoluto sobre una población específica. La propuesta ha encendido alarmas en la comunidad internacional por su potencial violación al derecho humanitario.
Netanyahu aseguró este lunes que "estamos muy cerca de un acuerdo para Gaza" y no descartó que se anuncie esta misma semana. Sin embargo, este nuevo plan revela que, para Israel, la “normalización” de Gaza podría significar convertirla en una prisión a cielo abierto disfrazada de ciudad.