
Santa Cruz se convirtió en refugio del crimen organizado internacional. Este domingo, la red O Globo de Brasil reveló que Sérgio Luiz de Freitas Filho, alias “Mijão” o “2X”, uno de los máximos jefes del Primer Comando Capital (PCC), vive desde hace más de una década en la capital cruceña con una identidad falsa y un estilo de vida marcado por el lujo.
La noticia llega en un contexto explosivo: Santa Cruz enfrenta una ola de violencia sin precedentes. En los últimos meses se multiplicaron los secuestros, los ajustes de cuentas y las ejecuciones vinculadas al narcotráfico. El hallazgo periodístico confirma lo que muchos sospechaban: la ciudad es base de operaciones de mafias internacionales.
De acuerdo con la investigación, Freitas Filho ingresó a Bolivia como “Sérgio Noronha Filho”. Con ese nombre alquiló al menos seis mansiones en barrios cerrados, donde pagaba rentas de hasta 5.000 dólares mensuales. Un video obtenido por Globo lo muestra sonriente, relajado y rodeado de amigos en una fiesta con música brasileña.
El criminal no es un fugitivo cualquiera. Según el fiscal brasileño Lincoln Gakiya, fue enviado a Bolivia por Gegê do Mangue, otro capo del PCC, para supervisar el envío de cocaína hacia Brasil. Con el tiempo, ascendió a la cúpula conocida como la “Sintonia Final”, la estructura que decide las acciones estratégicas del grupo.
Su presencia en Bolivia no es reciente. Ya en 2013, la DEA había advertido sobre una red que operaba entre Brasil, Paraguay y Bolivia. Desde entonces, Sergio Luiz consolidó su papel como pieza clave en el tráfico internacional de drogas y en la coordinación de operaciones violentas, como el rescate de líderes presos y la ejecución de autoridades enemigas.
Documentos obtenidos por el programa Fantástico de Globo revelan que entre 2018 y 2019 el grupo de Freitas Filho movió más de mil millones de reales. Durante ese tiempo, el capo fue visto en bares, restaurantes y lagunas artificiales de urbanizaciones exclusivas, sin que ninguna autoridad lo molestara.
El caso destapa un patrón. Otros líderes del PCC también han hecho de Bolivia su escondite. Nombres como André do Rap, Cebola o Chacal figuran en la lista de prófugos que encontraron en Santa Cruz un santuario. La combinación de fronteras permeables, controles débiles y presuntos vínculos de corrupción favorece esta impunidad.
La revelación de Globo exhibe las fallas de cooperación internacional. Pese a tener una alerta roja de Interpol, “Mijão” se movió con libertad por más de diez años. Ni las visitas de familiares desde Brasil ni los seguimientos de agencias extranjeras fueron suficientes para atraparlo. Fue una foto subida por su hijastro en redes sociales la que delató su ubicación en un lago artificial.
El PCC, nacido en San Pablo en los años 90, es hoy la organización criminal más poderosa de Brasil y una de las más influyentes de América Latina. Su presencia en Bolivia confirma la expansión internacional y refuerza el temor de que el país se haya convertido en plataforma clave para el narcotráfico hacia Brasil y Europa.
Mientras tanto, la vida de Sérgio Luiz en Santa Cruz sigue marcada por muros altos, seguridad privada y fiestas de fin de semana. La crónica de Globo no solo desnuda a un capo que vive como millonario, sino también a una ciudad donde los más buscados del continente pueden pasar inadvertidos durante años.