
Hulk Hogan, cuyo nombre real era Terry Gene Bollea, murió a los 70 años. Su legado en el mundo del wrestling es incuestionable, pues fue una figura central de la WWE durante las décadas de los 80 y 90.
A casi un mes de su fallecimiento, ocurrido el pasado 24 de julio en su residencia de Clearwater, Florida, nuevas revelaciones apuntan a una posible negligencia médica como la causa principal del trágico desenlace.
Este jueves 21 de agosto, el Departamento de Policía de Clearwater emitió un comunicado a TMZ Sports confirmando que la investigación sobre la muerte del legendario luchador continúa abierta.
“Hemos estado en comunicación con los miembros de la familia, incluidos su hijo, Nick, y su hija, Brooke. La naturaleza única de este caso ha requerido que entrevistemos a múltiples testigos y solicitemos historiales médicos a distintos proveedores. Nuestros detectives siguen trabajando activamente en ello. Todo esto toma tiempo”, informó la policía.
Además, las autoridades señalaron que la familia Hogan ha sido “receptiva y agradecida” con los esfuerzos investigativos y la comunicación mantenida durante el proceso.
Una muerte inesperada y sospechosa
Lo que inicialmente parecía una tragedia natural, ha tomado un giro más complejo. Según fuentes policiales consultadas por TMZ Sports, un informe restringido —actualmente bajo estricta confidencialidad— detalla que un terapeuta ocupacional se encontraba en la residencia de Hulk Hogan cuando este dejó de respirar.
Esta misma persona habría señalado a los agentes que el exluchador podría haber sido víctima de una mala praxis médica durante una cirugía reciente.
La principal sospecha se centra en una posible lesión del nervio frénico, el cual es crucial para el funcionamiento del diafragma y, por tanto, para la respiración.
Fuentes cercanas al caso aseguran que durante una intervención quirúrgica —aún no se ha confirmado si fue una operación cardíaca o cervical—, el cirujano habría “seccionado” dicho nervio, comprometiendo gravemente la capacidad respiratoria del exatleta.
Según las mismas fuentes, el luchador no experimentó un dolor agudo o un episodio de opresión en el pecho antes de fallecer. Simplemente, dejó de respirar. Fue su esposa, Sky Hogan, quien notó la ausencia de respiración y llamó inmediatamente al 911.
De hecho, Sky Hogan confirmó a TMZ Sports que el nervio frénico de su esposo estaba “comprometido” tras una de sus cirugías, aunque evitó entrar en detalles sobre qué tipo de intervención fue la causante.
También reveló que el cuerpo del luchador ha sido sometido a una autopsia, pero declinó compartir los resultados con la prensa.
Otro dato que llama la atención es que, hasta hace una semana, el cuerpo de Hulk Hogan no había sido cremado, lo que sugiere que las autoridades y la familia podrían estar esperando el resultado completo de la investigación forense antes de proceder.
Su hija, Brooke Hogan, también ha solicitado una autopsia para esclarecer las circunstancias que rodearon la muerte de su padre. Tanto ella como su hermano Nick han mantenido contacto estrecho con los investigadores, según confirmaron fuentes oficiales.
Además, se ha informado que algunas de las conversaciones entre los oficiales y el terapeuta ocupacional fueron grabadas en las cámaras corporales utilizadas por la policía durante su intervención.
Este material audiovisual podría convertirse en una pieza clave para determinar si hubo o no responsabilidad médica en la muerte del luchador.