
Durante la sesión de honor por los 200 años de independencia, el presidente Luis Arce reconoció que Bolivia enfrenta problemas como la escasez de diésel, la falta de dólares y el alza de precios, pero aseguró que se trata de dificultades “coyunturales” que no reflejan una debilidad estructural de la economía.
En su discurso, pronunciado en la Casa de la Libertad de Sucre, el mandatario pidió no cambiar el rumbo político y defendió el llamado “proceso de cambio”. “Que nadie se equivoque, el ‘ajayu’ del proceso de cambio sigue vivo”, afirmó, aludiendo a las elecciones nacionales del 17 de agosto y llamando a “unidad, madurez y compromiso con Bolivia”.
Arce repasó hitos históricos del país, desde la pérdida del litoral hasta la nacionalización de los recursos naturales, y aseguró que la industrialización es el “legado más poderoso” de su gestión.
También reiteró su compromiso con la subvención a los carburantes, la salud gratuita y los bonos sociales.
“En la Bolivia del Bicentenario nadie está de más”, expresó, convocando a todos los sectores a sumarse a la construcción de un Estado libre de racismo y discriminación.
El presidente señaló que la crisis económica responde a factores externos como conflictos bélicos y cambio climático, y a internos como bloqueos, especulación y contrabando.
En un momento, fue abucheado cuando mencionó el “sabotaje de la Asamblea” y un “golpe de Estado fallido” como causas de la situación actual, pero continuó con su discurso sin detenerse.
Concluyó pidiendo mirar al futuro “con la frente en alto, el corazón firme y el alma decidida”.