
En un Mundial de Clubes dominado por potencias económicas y planteles de millones, el Auckland City de Nueva Zelanda sobresalió por todo lo contrario: su amateurismo. El conjunto oceánico, integrado por futbolistas que trabajan a tiempo completo en otras profesiones, vivió su momento más glorioso gracias a Christian Gray, un profesor de escuela que le marcó un gol histórico a Boca Juniors.
El tanto del defensor central de 28 años fue el primero del Auckland en el torneo, tras durísimas derrotas: 10-0 ante el Bayern Múnich y 6-0 frente al Benfica. Gray anotó el empate transitorio ante Boca a los 7 minutos del segundo tiempo en el Geodis Park, en un duelo interrumpido por una prolongada tormenta. Fue su primer gol en la temporada, en su decimotercer partido.
Originario de Gisborne, Gray apenas había jugado 11 minutos en el torneo antes de esta cita estelar. Sin embargo, el técnico Paul Posa lo eligió como titular para enfrentar a uno de los clubes más populares del continente sudamericano en el cierre de la participación neozelandesa.
Pero lo más llamativo es que Gray no vive del fútbol. Según el portal Olympics, es profesor a tiempo completo, al igual que su compañero en la zaga, Jordan Vale, quien relató a FIFA+ las dificultades de pedir vacaciones laborales para poder competir internacionalmente: “Tuvimos que dar muchas explicaciones a profesores que no siguen el fútbol. Pero al final, nos apoyaron”.
Gray llegó al Auckland City en 2022 desde el Eastern Suburbs, donde ya había comenzado a destacarse en la liga local. El duelo ante Boca fue su partido número 70 con el club, donde suma cuatro goles y una asistencia. Su anterior grito había sido en la final de la Liga de Campeones de Oceanía 2024, ante el Pirae de Tahití.
En una entrevista en 2019, a los 23 años, reveló su visión sobre su carrera: “No tengo metas claras, pero me enfoco en crecer. Si disfrutas lo que haces, eso te motiva y lo demás viene solo”.
La historia de Gray es solo una entre muchas del modesto plantel neozelandés. La legislación local impide que los jugadores perciban salarios como profesionales. Solo reciben un tope de 150 dólares neozelandeses semanales (unos 90 dólares estadounidenses) para cubrir gastos básicos. Entre los titulares hay estudiantes, agentes inmobiliarios, empleados de logística, profesores, peluqueros y un jugador de futsal.
Incluso el capitán, Mario Ilich, trabaja en el área de ventas de Coca-Cola. En diálogo con The Guardian, confesó: “Usé todas mis vacaciones anuales para este viaje, así que este año no habrá vacaciones con mi pareja”. Por su parte, el goleador Angus Kilkolly resumió su rutina diaria: “Entro a la oficina a las 7:30, entreno tres o cuatro veces por semana, llego a casa a las 21, me acuesto y empiezo de nuevo”.
En medio de ese contexto, el cabezazo de un maestro de primaria que silenció a Boca ya tiene destino asegurado: la historia grande del Auckland City.