
La presencia del arzobispo peruano Juan Luis Cipriani en los actos funerales del papa Francisco en el Vaticano han provocado revuelo, ya que está acusado de pederastia y sobre él pesa una sanción.
En enero pasado, el director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni, confirmó que a Cipriani se le impuso un precepto penal con restricciones a su actividad pública, que incluye la prohibición de participar en actividades eclesiásticas sin autorización, el impedimento de vivir en Perú y veto al uso de insignias.
Sin embargo, en días recientes, Cipriani no solo se dejó ver vestido de cardenal, sino que, de acuerdo a la prensa, participa de reuniones antes del cónclave para "influir" en la decisión de los miembros.
Su presencia desató el repudio de organizaciones como la Red de Sobrevivientes de Perú, que consideran que "Cipriani y los cardenales que se lo permiten revictimizan a la víctima denunciante, lo cual es imperdonable".
"Si la Iglesia católica quiere seguir en el sendero de tolerancia cero a la violencia sexual contra menores planteada por el papa Francisco, ello es un preocupante mensaje que afecta la confianza en los criterios de elección del próximo pontífice", agregaron en un comunicado.
El Vaticano, por su parte, no ha querido ahondar en la controversia. El portavoz de la Santa Sede, Matteo Bruni, aseguró el miércoles, tras la insistencia de los periodistas: "El caso es conocido. Si no se ha tomado ninguna decisión al respecto, cada uno debe sacar sus propias conclusiones".
¿De qué le acusan?
Un hombre que actualmente tiene 58 años acusa a Cipriani de haberlo agredido cuando era un adolescente. El abuso sexual se habría producido en un centro del Opus Dei, al que el prelado pertenece desde hace 62 años, en la ciudad de Lima.
En 2018, la víctima le envió una carta al papa Francisco y desencadenó una investigación de la Santa Sede que terminó con la imposición de medidas disciplinarias al cardenal, quien fue arzobispo de Lima entre 1999 y 2019.
Segunda polémica
Se trata de la segunda figura polémica que ha sido vista antes del cónclave que elegirá al nuevo papa. Previamente, el cardenal italiano Giovanni Angelo Becciu, de 77 años, también sancionado por Francisco, intentó sin éxito que lo integraran al exclusivo grupo que definirá al próximo líder de la Iglesia católica.
Becciu, que fue privado de los derechos ligados al cardenalato por un caso de corrupción, anunció la semana pasada que renunciaría a su intención de participar en el próximo cónclave "para contribuir a la comunión y serenidad" de esa reunión, aunque reivindicó su "inocencia".