Cuando se organizó la
cumbre de las Américas, en 1996, las mentes pueblerinas hicieron gastos
dispendiosos para mostrar “la mejor cara de Santa Cruz”. Los adictos a las
drogas que había en el mercado Los Pozos, en las rotondas del segundo anillo,
el Canal Isuto y otras zonas céntricas, entraron en el operativo de limpieza.
Durante la reunión de mandatarios los tuvieron ocultos en los predios de la
Policía Montada y cuando se había ido el último dignatario, los largaron para
que sigan en las suyas. Cuando en 2014, Evo Morales trajo a la capital cruceña
la colección más grotesca de dictadores y sátrapas para la cumbre del Grupo
G-77+China, se organizó otro plan de limpieza y nuevamente barrieron con los
adictos que se habían trasladado a las inmediaciones del mercado La Ramada, en
los canales que están frente al barrio Urbarí. Esos miserables no tuvieron más
remedio que refugiarse en el cordón ecológico, justo donde hace unos días
atropellaron al más célebre de los drogodependientes de la ciudad. Muchos se han
conmovido con este hombre que algunos patanes usan como juguete. Por 10
bolivianos repite cualquier cosa, aunque detrás de los chistes de Vinchita se
esconde un grito que nunca ha sido escuchado. Este desdichado es la única
oportunidad que tienen otros como él para volverse visibles y dejar de ser
basura que es necesario barrer.