Esos individuos que abandonan la tierra donde
saciaron su hambre y dan de comer a sus hijos, para irse a censar a su lugar de
origen, tienen un nombre que no vale la pena mencionar. En estos tiempos ni
siquiera se puede llamar como se debe a esta clase de sujetos, porque se corre
el riesgo de ser juzgado por discriminación. Mientras tanto, en este mundo
siguen de moda los fariseos y sofistas lanzando su veneno y crucificando a
cualquiera que tenga la osadía de decir la verdad. Pero hay otros peores que esos,
son los que les pagan el pasaje a esos tontos útiles con el cuento de que el
terruño que los vio nacer recibirá más platita gracias a esa trampa tan
inocente. A lo mejor es verdad, pero lo más certero es que ese dinero se lo van
a robar los mismos avivados que hicieron pobres esos parajes, que obligaron a
la gente a emigrar y que terminarán expulsando a los pocos que quedan. Pero hay
gente más torpe que todos ellos. Uno es el alcalde cruceño, que dijo que va a
salir a las calles a atajar a la gente para que no se vaya de Santa Cruz a
censarse a otro lado. Este tipo cree que gente como él ha hecho grande a esta
región. Muchos le pagarían gustoso el pasaje de ida para comprobar que no es
así.