Desde ya, quien llegase a ser el próximo Presidente de Bolivia, la tendrá muy difícil. La economía está hecha pedazos y el próximo gobierno la tendrá que recomponer desde sus cimientos. Así estamos, tal vez como nunca antes en la historia de Bolivia. No tenemos nada de lo esencial que deberíamos para tener una economía activa (ej., divisas, gasolina, inversiones, producción de gas u otra exportación significativa) y tenemos todo para hundirla (ej., corrupción campante a todo nivel, violación de la Constitución por el mismo gobierno que debería velar por su cumplimiento, mentiras y engaños publicitarios, altísima deuda pública, calificación de país con “riesgo sustancial” (CCC), siete años continuos de déficit fiscales (el sector público gasta más de lo que se tiene) discriminación, divisiones, apropiación de recursos ajenos (ej., pensiones de jubilados, depósitos en dólares), bloqueos, etc.
El próximo Presidente tendrá que elegir entre la ejecución de políticas públicas sensatas y adecuadas a la realidad, o la adopción desde un inicio de un régimen dictatorial como de Venezuela, o el sometimiento de nuestra soberanía a China, Rusia e Irán. Por lo tanto, en las elecciones del 2025 no nos jugamos solamente la economía, sino nuestra libertad. En el fondo, el problema no es económico, es político.
Con el partido oficialista, se profundizaría una economía socialista y la concentración de poderes, como en Venezuela, donde el gobierno tome el monopolio de todo, desde la economía hasta los medios de comunicación. En pocas palabras, la Venezuela actual, sin libertad económica, social, civil, ni política y con mucha pobreza. Ya no tenemos gas, no hay litio, no hay nada; lo único que abunda es la corrupción. Al inicio de los años de Chávez, Venezuela todavía tenía petróleo.
Con un partido de oposición que promueva la libertad y el cumplimiento de la ley, se aplicarían políticas económicas que achiquen el Estado, se atraiga inversiones nacionales y extranjeras en todos los sectores, se promueva las exportaciones, y se concentre la inversión pública (con los recursos disponibles) en infraestructura para desarrollar el turismo que beneficiaría a todos los bolivianos en los cuatro rincones del país. Se harían reformas en el sistema judicial para poner la casa en orden; caso contrario, continuaremos ahogados en la incertidumbre, la mentira, la corrupción, y el desasosiego.
Podría existir un tercer escenario? Si, podría. Un Presidente tibio que desataría una ingobernabilidad y que en el mediano plazo, el país sea nuevamente preso del socialismo.
Entonces, esta clarísimo que opción escoger. El nombre del juego es desterrar al socialismo, como cultura, como sistema político y económico, para siempre. Los bolivianos deseamos alcanzar un mejor estándar de vida; es decir, ejercer nuestra libertad plena en el marco de una justicia ecuánime y transparente para todos, mejorar nuestros ingresos de manera sostenible, y ser solidarios con los bolivianos que realmente necesiten.
Pero, el desafío es mayor. Es clave que un nuevo Presidente de la oposición gane abrumadoramente para poder realizar las reformas institucionales y económicas necesarias, como brevemente planteamos párrafos arriba. Adicionalmente, se requiere una gran mayoría en el Congreso para la aprobación de leyes, reformas y políticas que re direccionen la sociedad y la economía. Y, para desterrar a la cultura socialista que se nutre de pobres y muertos, se necesitarán por lo menos diez años de políticas coherentes y continuas.
Hace meses mencioné que la “oposición” estaba atrasada, si es que no tarde, para hacer frente al oficialismo con una única candidatura. Es más, tal vez mi comentario ya es extemporáneo porque ya empezamos mal. Los señores Vicente Cuéllar, Agustín Zambrana y Jaime Soliz lanzaron su candidatura oficial. Rodrigo Paz, más por acción que formalmente, ya está en el ruedo. Manfreddy “Mercury” Reyes Villa está mas adentro que afuera. El partido Demócratas “ofreció” su plataforma y de ahí saldría otro candidato. Falange Socialista Boliviana (FSB) está desempolvando sus siglas, y no es necesariamente por efecto del cambio climático. Los “camachistas” ya anunciaron que elegirán su candidato. Hay un movimiento que está organizando el “Partido Liberal”. ¡Ya serían nueve candidatos! Seguramente, aparecerán por lo menos uno, sino los tres, entre Carlos Mesa, Tuto Quiroga y Samuel Doria Medina. ¡Pasaríamos de 10! Recontra divididos contra una candidatura del MAS y el padrón electoral a su favor y fraudulento.
Lo único que harán esos señores es dispersar las opciones y no enfocarse en el problema central. Hay, evidentemente, un voto duro que apoyará al candidato del MAS. Pero también hay, en mayor cantidad, un electorado que está confundido, que cree en las mentiras del gobierno (miente, miente que será verdad), o que cree que Evo es un tipo humilde, honesto, que comparte con los pobres y lucha contra la pobreza. Acá se necesita empezar a la brevedad posible en promover nuestros valores morales que están venido a menos y pisoteados por el MAS a su conveniencia. En informar a la gente de la cruda realidad con la verdad. Realmente, ¿qué estará pensando y haciendo la oposición? ¿Se habrán sentado algunos líderes a discutir en serio el futuro de Bolivia y coordinar esfuerzos para el presente e inmediato futuro, o por lo menos para que se limpie el padrón electoral? Si no lo han hecho, ¿en que están pensando? ¿Continuará en enfoque de la repartija de poder, priorizando el beneficio económico individual y/o partidario? ¿Y que hace el sector privado organizado que tiene poder/influencia política y económica para promover los intereses del país y no solamente de Santa Cruz o La Paz, o cada uno de su sector? ¿Será que están cooptados por el partido oficialista u otros partidos políticos y su interés por el país es secundario?
¿No hay líderes bolivianos sin agenda propia? ¿No se dan cuenta de lo que Bolivia se juega en estas elecciones? Hay dos opciones: libertad o restricciones/ prohibiciones en nuestra vida cotidiana y, ley o impunidad, corrupción y abuso.