Es obvio, y todos los bolivianos comentan, que se necesita un líder en la oposición, más aún, que éste se convierta en el único candidato para hacer frente al MAS en las próximas elecciones. Hasta ahí nada nuevo. Tampoco es nuevo que ya hay varios candidatos o se pintan como candidatos: Vicente Cuéllar, Miguel Zambrana, Rodrigo Paz, los “camachistas” anunciaron que elegirán a su candidato, el partido “Demócratas” anunció su plataforma política que no será gratis, y seguramente se postularán 2-3 mas. En total, entre 5-8. Y, como es usual, si usan plataformas o se alían, se reparten roles en función a intereses partidarios y no nacionales. Si se da este escenario, es más de lo mismo, y nos espera, más de lo mismo.
El punto es ¿qué es lo que estamos buscando en ese líder? ¿Quién pudiese ser?
El reto que afronta la sociedad y en especial la oposición, no es lograr una victoria aquí o allá. Es obtener una victoria contundente y abrumadora que se pueda cambiar la actual gobernabilidad perversa y la calidad de vida en decadencia. Consiste en construir una estructura viable para la paz y el progreso armonioso para las generaciones futuras. La decadencia nacional es tal que no solo se debe a una economía en bancarrota, sino a una falta de ética de los gobernantes, la desaparición de nuestros valores morales que estamos a punto de normalizarlos, y la destrucción de nuestras instituciones. Es necesario un renacimiento de una sociedad bien ordenada, con esperanza y confianza en sus líderes para que todo el mundo pueda disfrutar al máximo de sus libertades y progresar. El propósito debería ser el resurgimiento de un andamio institucional basado en la libertad del individuo que permita la aparición de condiciones políticas y sociales en las que todos puedan trabajar libremente y que sus beneficios sean el reflejo de sus esfuerzos, no de prebendas.
Esa libertad solo puede existir en un Estado ordenado, donde impere la Ley, y no un Estado natural de disensión y anarquía. La gobernanza garantizará la autonomía individual y ésta será la base de aquella. La estrategia no debería ser reprimir la diversidad ni menospreciarla, sino canalizarla y gestionarla en estricto cumplimiento de la Ley. Cualquier otra opción haría difícil una gobernanza duradera. Un artículo anterior mío publicado en este medio del 19 de enero reciente – Valores, Electorado y Candidatos – propone una acción concreta para facilitar este proceso.
Las políticas públicas del futuro presidente no tienen que estar dirigidas contra ninguna doctrina necesariamente, sino contra el hambre, la pobreza, la desesperación y el caos. Estos últimos 18 años deben servir para que todos nos demos cuenta que, efectivamente, el socialismo no funciona, que ni una bonanza como nunca antes vista en la historia del país, aguanta su incompetencia. Winston Churchill dijo: “Si pones comunistas a cargo del desierto de Sahara, en cinco años habrá escasez de arena”. En Bolivia, el socialismo evaporó el gas. El socialismo no ha funcionado en ninguna parte del mundo, en ninguna; los datos y la historia avalan esta afirmación. Por otro lado, está también comprobado que no hay otro sistema económico mejor que el liberal. Si este no ha funcionado como se esperaba en varios países, incluyendo el nuestro, es por una mala gestión donde se dio cabida a la corrupción y a un Estado grande pero débil.
La obligación de ese hombre de Estado será resolver los conflictos a partir de una inspirada visión del futuro. ¿Alguien tiene esa visión? Todos los enunciados son generales y poco inspirativos como retornar a una democracia real (¿?), un modelo de libre mercado con participación del Estado como un facilitador (¿?), o trabajar de una manera distinta donde podamos crear oportunidad para todos los bolivianos (¿?) Que el futuro mandatario no sea prisionero de una teoría, que sea guiado por la razón y la realidad y un compromiso por el ejercicio de la libertad y la Ley. Tiene que tener la capacidad de alzarse por encima de los resentimientos actuales y pasados, y de pensar sobre la naturaleza del nuevo país. ¿No era eso que se reclamaba a Evo y, en su momento, se esperaba eso del expresidente Carlos Mesa? ¿O ahora se pretenderá tomar venganza? ¿A dónde nos llevaría eso? Dejemos que la libertad y la Ley se encarguen.
¿Hay algún líder que tiene una aguda percepción de la realidad y una visión poderosa? Un hombre o mujer que mire al largo plazo y a quien no le preocupen los titulares de mañana. Un gobierno compuesto por colaboradores estrechos, sin ataduras ideológicas, que valora la competencia técnica y administrativa, y busca implacablemente la excelencia. Un gobierno que sirva al pueblo y que encarne las mejores tradiciones de la sociedad, que sea un honor servir, no una licencia de abuso de autoridad o prepotencia. Para tal efecto, ese Presidente y colaboradores tienen que tener un cierto nivel de educación y carácter. La ignorancia y el poder han probado ser una combinación peligrosa, como la tos y la diarrea.
¿Cuáles son algunas de las capacidades y habilidades que deberíamos encontrar en el nuevo presidente?
- Liderazgo, que tenga claridad, coherencia y poder de convencimiento. Que sepa mover las emociones de la gente, más que los datos estadísticos (sin excluirlos). Las elecciones parecen ganarse mas con la emoción que con la razón.
- Visión, que proyecte un camino hacia la prosperidad real y duradera, hacia un país que salga del letargo de casi 200 años. No se trata de ser demagogo y que prometa todo. Al contrario, se trata de una persona que pinte la realidad tal cual, que describa los desafíos y dificultades por la que atravesaremos todos en el corto plazo, que nos asegure la construcción de instituciones sólidas, transparentes y eficientes, y que de inicio a la formación de un aparato productivo diversificado y competitivo.
- Compromiso, que no ceje al logro de su visión, de presiones internas e externas, nacionales y extranjeras, que aplique la Ley sin contemplaciones. Esto conlleva carácter y principios para no ceder a intereses partidarios. Primero es Bolivia y después todo lo demás. Es más, las reformas a ejecutarse molestaran intereses arraigados y se necesita firmeza.
- Educación, que sepa no solamente de economía, gestión, leyes, política u otra profesión afín a las tareas con las que va a lidiar, sino también que conozca la realidad del país, de su cultura e historia para que sabiamente sepa ejecutar sus políticas.
- Trayectoria, con valores morales, que haya tenido una vida impecable, más allá de rumores no comprobados o calumnias.
Obviamente, no es probable que los 5-8 candidatos que se presenten poseen estas cualidades. Pero todos los potenciales candidatos y sus partidos creerán que sus candidatos son importantes. Ese no es el punto. El punto es que sean útiles.