Las lecciones de Amparo Carvajal

Editorial

| | 2023-07-16

La presidenta de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos (APDH), nos está dando una lección invalorable a los bolivianos y, antes de que la maten los masistas, porque eso es lo que quieren, conviene que tomemos nota de cada una de esas clases, que no figuran en los libros, tampoco las contempla ninguna ideología y mucho menos los partidos políticos, que no sólo están en peligro de extinción en Bolivia, sino que están huecos, por ausencia de convicción, carencia de principios y una falta total de sentido de servicio a la gente.

A sus 84 años, la activista es un ejemplo de vitalidad. Ya quisiera cualquiera de nuestros políticos profesionales, parlamentarios, autoridades, funcionarios y burócratas que se dedican a calentar el asiento, perfectos “ganaplata”, sin ideas y sin sangre en las venas, con ganas sólo e robar, tener la fuerza de esta mujer que viene luchando por la causa más importante de la democracia, desde hace 50 años y que se ha enfrentado a dictadores militares, a los excesos de los gobiernos democráticos y que también ha levantado su voz para enfrentarse a un régimen que se hace llamar popular pero que ha destruido la justicia, que reprime, mata y tortura para perpetuarse en el poder.

La coherencia es precisamente otra de las cátedras de Carvajal, una militante de izquierda, pero que no discrimina cuando se trata de luchar por los que sufren abuso de poder. Ella es la excepción en Bolivia, dominado por tránsfugas, por politiqueros hábiles para hacer la vista gorda en ciertas situaciones, para actuar por conveniencia, usar la doble moral a cada instante y volverse encubridores, asì sea con violadores, narcotraficantes y corruptos porque, “entre bueyes no hay cornadas”.

Evo Morales en primera fila, debería estar de alumno de Carvajal, recibiendo instrucciones de cómo ser valiente, cómo enfrentarse a hombres armados, a grupos de choque, a policías y malvivientes que no tienen piedad ni consideración pese a su avanzada edad. Está por cumplir dos meses en vigilia, en plena calle, a la intemperie, sufriendo de frío y soportando la lluvia. Es víctima de torturas, la acosan e incluso le limitan el acceso a los servicios básicos. Cualquiera en su lugar ya hubiera renunciado y huido. Si Luis Arce tuviera un mínimo de vergüenza, ordenaría inmediatamente el retiro de los malvivientes que mandó a tomar la sede de la APDH, institución a la que quiere convertir en cómplice de las tropelías de su gobierno.

La lección más difícil para la clase gobernante, para los políticos, los militantes masistas, los movimientos sociales, la policía y todos los que ejercen algún cargo en Bolivia: la dignidad. Todos ellos han perdido su condición humana, el poder los ha enajenado, actúan con una brutalidad, con extrema crueldad y en grupo son como vándalos sin ética ni ley.

La deshumanización en la que han caído los está llevando a aliarse con los criminales, a convertirse en una inmensa banda de malhechores sin límites, dominados por los bajos instintos y por eso les molesta que Amparo Carvajal les demuestre que volver a ser personas todavía es posible.