
El triunfo del candidato Luis Alberto Lacalle Pou en Uruguay ha ratificado el giro político que ha estado produciéndose en América Latina desde el colapso de los regímenes populistas, no solo expresado en el desastre venezolano, sino en la crisis brasileña, una de las peores de la historia, el resquebrajamiento de las economías de Argentina y Ecuador, el deterioro institucional de Chile y por supuesto, las rebeliones contra los abusos del poder que se han dado en Nicaragua y Bolivia.
Se trata de un duro y largo proceso que busca desembarazarse del Socialismo del Siglo XXI y que ha tenido avances y retrocesos, pues no es sencillo sacar a las masas de los cantos de sirena y los engaños que vienen propalando los colectivistas, citados por Aristóteles en la antigüedad como una amenaza para la sociedad.
El mejor ejemplo de la raigambre de estas ideas es Argentina, donde más de 70 años de dominio populista han conseguido enceguecer a la gente y llevarla al masoquismo. No se les puede reprochar que no puedan interpretar lo que sucedió en Bolivia recientemente, cuando son incapaces de percibir lo que les espera si Alberto Fernández vuelve a las andanzas de los Kirchner.
Esa actitud es comprensible entre los argentinos que reeligen a una cleptómana o en Cuba, donde 60 años de dictadura han llevado a la población a hacer dejación de libertad, pero no se entiende cómo es en Chile o en Colombia haya quienes busquen una involución y quieran seguir el camino de Venezuela.
Los hechos podrían demostrar en el mediano plazo que la acción vandálica que ha estado causando terror en Chile y Colombia, no es más que un producto de las minorías eficientes, las mismas que se adueñaron del poder en Bolivia y que han sido expulsadas por la fuerza de la ciudadanía que ya los había ponchado en las urnas.
Bolivia y Uruguay y posiblemente Chile, cuando se conozcan los resultados de un referéndum que consultará sobre reformas socialistas que buscan imponer los vándalos, son el mejor ejemplo de lo que realmente quieren las mayorías ciudadanas y de ninguna manera transita por el empeño de los grupos que responden a las consignas del Foro de Sao Paulo y que sienten desprecio por la democracia.
Obviamente existe el peligro de que triunfen las montoneras, que los chavistas se perpetúen, que el populismo se imponga en Chile, que Lula vuelva al poder en Brasil y que los peronistas terminen de destrozar la economía argentina. Si los bolivianos no se mantienen alertas y no cuidan este regalo que les ha dado la ciudadanía a los líderes políticos y si el sistema democrático sigue traicionando las expectativas de la población, existe el riesgo de que retornen los tiranos. En ese caso, el éxodo de millones de venezolanos, la crisis humanitaria y la hecatombe política que ha causado Maduro, quedará chica en relación al peligro que estamos enfrentando.
Existe el peligro de que triunfen los vándalos, que los chavistas se perpetúen, que el populismo se imponga en Chile, que Lula vuelva al poder en Brasil y que los peronistas terminen de destrozar la economía argentina. El éxodo de millones de venezolanos, la crisis humanitaria y la hecatombe política que ha causado Maduro, quedará chica en relación al peligro que estamos enfrentando.