
El nuevo ministro de Economía, José Luis Parada, ha pronunciado la palabra clave de este proceso de transición y que podría generar mucho más calma que los grandes esfuerzos de pacificación que llevan adelante el diálogo, la concertación, los militares y policías.
Durante casi 14 años, el régimen conducido por Evo Morales intentó con relativa eficacia la estatización total de la economía, tarea que le resultó mucho más fácil al Chavismo en Venezuela, donde justamente ese factor le ha permitido a Maduro mantenerse en el poder. Los venezolanos importan el 80 por ciento de los alimentos que consumen y los canales de distribución están controlados por el Ejército. No hay duda que se trata de una dictadura que dosifica el hambre y de esa manera el pueblo tiene pocas posibilidades de resistir una protesta tan prolongada y tan efectiva como la que se vivió en Bolivia.
Bolivia es diferente, no solo existe una mayor capacidad productiva, sino que es más fácil de estimular, algo que el antiguo gobierno no hizo en lo más mínimo, confiado en que los recursos provenientes del gas y las inversiones públicas eran suficientes para mantener tasas de crecimiento aceptables. Pura propaganda, pues simplemente se ha estado inflando una burbuja destinada a estallar en cualquier momento, con consecuencias desastrosas.
La libertad de la que habla José Luis Parada pasa por reducir y en muchos casos eliminar la presión estatal sobre el sector privado y que ha convertido a Bolivia en uno de los peores lugares para hacer negocios de la región, solo delante de Venezuela. Ya anunció la suspensión de las trabas de exportación de productos agropecuarios, una medida absurda y revanchista que solo tenía el objetivo de debilitar al departamento de Santa Cruz. A eso le debe seguir la supresión de la hostilidad impositiva y laboral, la reducción de la burocracia y todo lo que impida a los emprendedores, a las empresas y a los ciudadanos crear puestos de trabajo, innovar, producir y realizar todo tipo de transacciones.
Es verdad que la seguridad jurídica implica un proceso más largo, con la modificación de leyes y la aprobación de normas que protejan y fomenten las inversiones, pero en el plazo inmediato se puede hacer mucho para dinamizar la economía y con la gente idónea en los puestos claves, no hay duda que se puede lograr mucho.
El otro elemento que puede dar resultados inmediatos es el gasto público y el nuevo ministro ya lo mencionó. Se trata de dejar de derrochar. Los datos son alarmantes, pues en casi 14 años el sector público se agigantó a tal punto que gastaron el equivalente a 70 años de otros gobiernos. No más elefantes blancos, no más prebendalismo, no más empresas estatales deficitarias que solo servían para la propaganda, no más ese aparato de comunicación, esos aviones, esos viajes, cumbres y todo lo que se construyó para apuntalar una dictadura que ya es historia.
Ya anunció la suspensión de las trabas de exportación de productos agropecuarios, una medida absurda y revanchista que sólo tenía el objetivo de debilitar al departamento de Santa Cruz. A eso le debe seguir la supresión de la hostilidad impositiva y laboral, la reducción de la burocracia y todo lo que impida a los emprendedores, a las empresas y a los ciudadanos crear puestos de trabajo, innovar, producir y realizar todo tipo de transacciones.