Una señora católica me pregunta: ¿Cuál Evangelio predican las Iglesias evangélicas, y cuál posición política tienen? Las dos preguntas me ponen en un doble problema. Pero trataré de darle respuesta, resumiendo los temas apretadamente, en sus aspectos esenciales. Las generalizaciones son inevitables, y sé que voy a “pisar callos”; pero eso es lo normal.
Para comenzar, “Evangelio” significa Buena Noticia. La pregunta es entonces: ¿Cuál noticia anuncian? A grandes rasgos hay 3 tipos de cristianismo “evangélico”, porque un mensaje predica la gran mayoría de las Iglesias; otro predican unas pocas; y hay un tercero, el Evangelio auténtico y más completo, que casi no se conoce, lamentablemente. Vea Ud., señora, las diferencias:
(1) El primero es el Evangelio de la Gracia y de la Fe: predica que la Salvación no es por obras. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios, no por obras, para que nadie se gloríe”, dice San Pablo en Carta a los Efesios. Esto es la esencia de la Reforma protestante y del “protestantismo”, y la principal diferencia con las Iglesias católicas o católico-romanas.
Pero esta inmensa mayoría de las Iglesias evangélicas son de corte pentecostal y aún “Neo” pentecostal: el énfasis lo colocan en la “Fe”, y olvidan lo demás. Lo que da paso a una deformación, a veces muy grave: la “Fe” se toma como pretexto para presumir “milagros” de toda clase; de “prosperidad”, “liberaciones” y “sanaciones”, etc. Obviamente atraen a enormes cantidades de personas, cada cual buscando su milagro, lo cual explica la popularidad y el rápido crecimiento de estas Iglesias, pese a que muchas cobran sus diezmos y ofrendas y “pactos” etc.
Su Evangelio político es de sumisión total a las autoridades, cualesquiera sean los regímenes; dicen ellas que en base a la obediencia dispuesta por San Pablo en su Carta a los cristianos de Roma. Pero se olvidan (porque desprecian el estudio), que el firmante y destinatarios de esa Epístola no obedecieron a las autoridades; y por desobedientes fueron condenados, crucificados, incinerados, y enviados al Circo Máximo como merienda de los leones y diversión del público. Típico de estas Iglesias es el sionismo (su lectura del Libro de Hechos es muy pobre), excepto las capturadas por la “Teología (socialista) de la Liberación”. Si las congregaciones crecen bastante, sus Pastores suelen postular a cargos políticos... en contra de su misma enseñanza de un Fin del Mundo inminente (con el “Rapto”); pero en las Iglesias de este tipo las contradicciones son frecuentes.
(2) El segundo es el Evangelio de la Salvación: más consistentes, y en línea con la Biblia, y con la herencia protestante en su integridad, también predica la Gracia mediante la Fe, pero además arrepentimiento de pecados, nuevo nacimiento, santificación, soberanía de Dios y otros puntos de la doctrina reformada; y algunas incluso la elección calvinista. No desprecian el estudio, pero sus mensajes suelen ser muy anti-católicos. Sus cultos, muy sobrios, nada espectaculares, no atraen a las masas.
¿Y para la política cuál es su mensaje? Por lo general de condenación: la política “es del Diablo”, lo que curiosamente aplaude la clase media imbuida de ese espíritu “antipolítico” fuerte en estos días.
Pero las Iglesias de este corte “puritano” tienen un problema; muy centradas en la “otra vida” (y la vida familiar), les falta mucho mensaje para “este mundo”, que las congregaciones pentecostalistas sí tienen: sus “milagros”, a montones, uno para cada problema concreto de la vida. Lo que nos lleva a ...
(3) El Evangelio del Reino de Dios, que no es “de” este mundo pero sí es “para” este mundo, no sólo para el venidero. Es el orden de Dios; el sistema o conjunto armónico de principios, normas y valores dados por el Creador para bien del hombre, en esta vida, y en la que viene; todos los cuales reflejan Su santidad, sabiduría, justicia, misericordia y demás atributos divinos suyos. Conocemos ese orden por la revelación natural y por la revelación escrita, que se complementan; y hay continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
La Ley de Dios es parte clave de Su Reino, como medio para tener la prosperidad y las otras bendiciones en esta vida y en este mundo, más que los “milagros”. Y la Iglesia cristiana debe ser “luz del mundo” para iluminar y educar, y “sal de la tierra” para preservar la cultura, toda, incluyendo la educación, los medios y la prensa, las instituciones, el arte y las ciencias. Y la política también: Dios tiene un Plan Político, es el Gobierno limitado, tal como prescribe la Biblia, y como experimentaron las naciones protestantes en Occidente. En algunas (no todas) las Iglesias católico-romanas y de la Ortodoxia griega, aquellas que no están penetradas por el socialismo, se oyen algunos ecos lejanos de esta doctrina. Es el mismo credo político del judaísmo, que no es igual al sionismo. Y se parece al del Islam, el verdadero, que no es igual al jihadismo, un horror que no es religión sino política socialista, terrorista y genocida.
Querida señora: sé que aún le quedan dudas, y que no va a poder explicarle esto a su esposo, como era su propósito, pero Uds. pueden comunicarse conmigo por Facebook. Aquí termino por ahora, con mi pregunta de siempre: ¿qué pasaría en América latina si les predicamos entero el Evangelio a los creyentes, “todo el consejo de Dios” (Hechos 20) y no sólo esta partecita o la otra, y les exhortamos a cambiar de bando: a salir del estatismo y del socialismo?