¿Socialistas los primeros cristianos?

Pisando callos

| | 2014-11-19

Tres son los pasajes más alegados por las gentes de izquierdas en este punto. Pero todos tienen sus explicaciones:

(I) Jesús echó a latigazos a los mercaderes del Templo. Sí, pero hay que leer bien los Evangelios: Mateo 21, Marcos 11, Lucas 19 y Juan 2. No eran simples “mercaderes”; comerciaban con la religión. Cada Fiesta de Pascua, vendían las palomas y animales para los sacrificios en el Templo. Y los cambistas les cambiaban a los peregrinos sus monedas griegas y romanas por divisas judías, únicas autorizadas para las ofrendas. El Templo, “Casa de Oración” y no de negocios, se hallaba invadido por todo ese ruido y desorden.

Contra el trabajo y el comercio nada tenía Jesús: él y su familia eran carpinteros; buena parte de sus discípulos eran pescadores; y sus mayores lecciones sobre el Reino de Dios son las “parábolas agrícolas”, con viñas y fincas, hacendados y trabajadores: nada tienen contra el capitalismo ni a favor del socialismo. El comercio con lo sagrado es distinto; por eso aquello fue como si hoy la emprendiese a latigazos con esos Pastores que se enriquecen con diezmos y ofrendas, “promesas” y “pactos”.

(II) ¿Y el “joven rico”? Léase bien en Mateo 19, Marcos 10, Lucas 18. Un camello no pasa por el ojo de una aguja; imposible. No es como dicen, que “La Aguja se llamaba una puerta de la ciudad”; o “una cuerda, y la palabra se parecía a camello”, etc. La pregunta del joven rico nada tiene que ver con riqueza, sino con vida eterna: “¿Qué puedo hacer yo para ganarme la vida eterna?” La respuesta correcta es: nada; porque la salvación es por gracia. “La Salvación es de Jehová”: Salmo 37:39; Isaías 33:22; Jonás 2:9. Y el joven lo sabía. Pero Jesús quiso que mirase otra vez la cuestión, por eso le repasó los mandamientos; y el joven le dijo que los observaba desde niño. Entonces le habló Jesús de dar su fortuna a los pobres, pero no para ganarse él mismo la eternidad con Dios, ni hacer “justicia social”, sino para desligarse de sus afanes y negocios, y convertirse en discípulo: “sígueme”. Como a Mateo.

La vida eterna con Dios no es algo que uno ha de “merecer” cumpliendo tales o cuales reglas, como creen los “sinergistas” (pelagianos y semipelagianos católico-romanos, arminianos y wesleyanos evangélicos) y la gran mayoría de la gente. No es algo que puedan los ricos comprar con sus riquezas; pero tampoco “ganar” dando sus riquezas a los pobres, como los socialistas dicen (pero no hacen). ¿Y el discipulado? Ah, ese es otro asunto: para eso sí hay que dejar muchas cosas, y el joven no estaba listo. Esas son las dos lecciones de Jesús al joven. Y a sus discípulos presentes; cuando dijo que era más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja que entrar alguien por sus méritos en la Salvación, ellos le hicieron otra pregunta: “¿Y quién, pues, podrá ser salvo?” Respuesta de Jesús: “Para los hombres es imposible; para Dios es posible.”

(III) En el libro de Hechos de los Apóstoles se dice que los primeros cristianos tenían sus “bienes en común”. Leyendo bien el contexto se ve que fue en una sola de las primeras iglesias: la de Jerusalén, pero no en las otras. Y como los cristianos de Jerusalén no podían mantenerse a sí mismos, las otras iglesias le recogían una colecta: Gálatas 2,10; I Corintios 16, 1-3; II Corintios 8-9; y Romanos 15, 25-27.

¿Y por qué así? Por dos razones: (1) los primeros cristianos, casi todos judíos, eran perseguidos por los demás judíos, en todo lugar, como se lee a lo largo de todo el Libro de Hechos; y en Jerusalén, la capital, la persecución era más encarnizada. Y (2) estaban esperando el “Día del Señor”, el castigo divino sobre la ciudad, por haber rechazado y crucificado al Mesías, y perseguir a sus seguidores. En el capítulo 24 del Evangelio de Mateo, Jesús profetiza este terrible Día del Juicio, anunciando las señales que vendrían: falsos mesías, guerras y rumores de guerras, hambres, terremotos y pestes, persecuciones y apostasías, y la “abominación desoladora”. Sería la “Gran Tribulación” que marcaría el fin, pero no del mundo, sino de una era: la Era Judía, y el comienzo de otra, la Era Cristiana.

A la espera del juicio, los cristianos vivían como en un “ghetto”, casi en clandestinidad. Por eso no tenían negocios ni bienes propios; y en el año 70 dC, cuando se cumplió la profecía de Jesús, y el juicio llegó, con las legiones romanas de Tito, los cristianos huyeron, o ya no estaban. Se habían mudado, y estaban en la Diáspora, predicando el Evangelio del Reino. La comunidad de bienes fue una medida excepcional, para una emergencia, solo en esa ciudad; no es algo que se mande como normativo en el Nuevo Testamento. Por eso la colecta. Y el matrimonio Ananías y Safira, que mintió sobre el precio de un terreno, se condenó por su mentira, no por resistir al socialismo.

Concluyendo, ¿por qué no se sabe la verdad? ¿Por qué no son ampliamente divulgadas y conocidas estas interpretaciones correctas de la Biblia?

Porque van en contra de creencias muy arraigadas y populares, que las malas exégesis apoyan. (I) Al caso de los mercaderes echados a latigazos no lo cuentan cómo fue realmente, porque eso iría muy en contra de los comercios religiosos que son comunes en muchos Pastores de hoy en día; y entonces lo acomodan para que apoye las ideas socialistas. (II) Al dicho del camello y el ojo de la aguja lo ponen como favorable al socialismo, porque ese diálogo, bien leído, no va contra los ricos, ni contra el capitalismo, sino contra la muy popular creencia católico-romana de que el Cielo es un premio que uno se gana por “buena conducta”. (III) Y si eso de los “bienes en común” de los cristianos en Jerusalén se leyera apropiadamente, habría que mencionar la feroz persecución de los judíos a los cristianos, y el juicio terrible de Dios sobre los judíos y su ciudad sagrada; y eso podría sonar como “antisemita” (antijudío), y no es “políticamente correcto”, ¿me explico? Por eso trastocan Mateo 24, y dicen que habla del venidero “Fin del Mundo”, cuando no es así. Y al caso de Ananías y Safira lo acomodan para apoyar las tesis socialistas, cuando tampoco es así.