¿Plegarias por la nación?

Pisando callos

| | 2014-06-18

Hermano mío cristiano, ¿hacen en tu iglesia plegarias “por la nación”, supuestamente “para que Dios ilumine a nuestras autoridades”? Dios no responde a esas oraciones.

Y no es una opinión; es un hecho. Hace mucho tiempo, décadas que oran así las iglesias cristianas en Latinoamérica. Y las cosas no mejoran. No hay prosperidad ni desarrollo; y con cada gobierno la situación del pueblo suele ser igual o peor que con el anterior.

Esa falta de respuesta de Dios amerita una explicación. Sobre todo porque los cristianos damos un mal testimonio; el no cristiano con todo derecho puede preguntar: “¿Y qué pasa con ese Dios de Uds.? ¿Por qué no contesta? ¿Es sordo? ¿O acaso está durmiendo?”.

La explicación existe, y está en la Biblia: el problema es el sistema. En extensos y detallados capítulos de sus cinco primeros libros (Pentateuco o La Ley), la Santa Escritura prescribe para las naciones un sistema legal y político muy específico, la “Judicatura” o gobierno de los jueces, que hoy se conoce como “sistema de gobierno limitado”. Limitado en funciones: ejército y policía, justicia, y algunas pocas obras públicas de infraestructura. Por tanto, limitado también en poderes y en dinero.

Como lógica consecuencia, la Biblia proscribe el sistema contrario, la “Monarquía” o gobierno de los reyes, cuando es ilimitado, lo que hoy se llama “estatismo”. Mira por ejemplo el capítulo 8 del libro I de Samuel. Muchos otros numerosos pasajes en el Antiguo y en el Nuevo Testamento confirman el Consejo de Dios a las Naciones en materia política y legal: sistema de Gobierno limitado, contrario al estatismo: Gobierno “ilimitado”, que acumula infinidad de funciones, poderes y dinero.

Pero estatismo es el modelo de gobierno que tenemos en Latinoamérica, como igualmente en todos los países del mundo, unos más, otros menos, porque democrática y constitucionalmente lo hemos adoptado. Hemos despreciado el otro sistema. Y la Biblia dice muy clara y tajantemente que si el pueblo escoge el mal camino, le sobrevendrán enormes calamidades, que describe Deuteronomio 28:15-68 con detalle. E igualmente ese mismo capítulo 8 de I Samuel; el cual termina con esta sentencia terrible: “Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis elegido, mas Jehová no os responderá en aquel día” (I Sam 8:18). ¿Viste? “No responderá”. Y no responde.

II Crónicas capítulo 7 dice que el pueblo puede orar por la nación, pero si se arrepiente y “se devuelve de sus malos caminos”; lo que nunca pasa en Latinoamérica, al contrario: ¡cada vez más estatismo! Y al colmo del estatismo, que es el socialismo.

Lejos de probar que no hay Dios, o que no oye, su falta de respuesta prueba: (1) que como Soberano de su Creación, Dios es quien dicta la ley; (2) y la aplica, sin faltar a Su Palabra-Ley; (3) y no puede ser burlado: su voluntad se hace. Si un país escoge el sistema estatista, en contra del explícito Consejo de Dios a las Naciones, ¿no ha de atenerse a las consecuencias, claramente establecidas por el rey soberano?

Para hallar respuesta favorable del Altísimo, nuestra oración debe ser acompañada de arrepentimiento, por andar caminos torcidos, y de “enderezamiento” o enmienda como nación.

La mala condición de la nación “impenitente”, que no se arrepiente ni “endereza sus caminos”, pese a hundirse cada día más en el subdesarrollo, la corrupción y el envilecimiento moral, es buen testimonio del carácter de Dios, de la naturaleza objetiva de su Palabra, y de su valor normativo. Piénsalo. Lee en tu Biblia los pasajes mencionados. Reflexiona.