Que nadie se asuste, no se trata de tatuajes definitivos, los que requieren de un ambiente e instrumentos debidamente desinfectados. Lo que hace este joven en una de las veredas de la calle Ayacucho es simular los tatuajes con una pintura especial que se desprende después de algunas semanas. Los artesanos de la famosa cuadra de las heladerías no sólo se dedican a vender collares y manillas, también incursionan en otros rubros.