Suman y siguen las muestras de rechazo al cocalero Evo Morales, quien recorre el país en calidad de presidente del Movimiento al Soicialismo (MAS), definiendo los nombres de los candidatos a alcalde y gobernador en cada uno de los distritos. Durante los 14 años de reinado, el procedimiento aplicado fue otro. Sus allegados le pasaban las listas de los postulantes y él de limitaba a tachar y resaltar nombres, sin que nadie se atreva a contradecirlo. Las crónicas políticas de tierra adentro están llenas de episodios fallidos como violadores que se convirtieron en alcaldes, narcotraficantes en concejales y tipos sin mayor apoyo que lograron ser gobernadores en base al fraude. Los favoritos del cocalero se convirtieron en paladines de la corrupción, el nepotismo, las obras fantasmas y los negociados, aunque nunca hubo quejas de la forma cómo se comportaban esos sujetos con el jefazo, a quien le organizaban partidos de fútbol y recibían con abundantes acarreados para garantizar una excelente transmisión televisiva. Hoy el grito es “renovación” y “no más dedazo”, expresiones provocan miedo en el ex mandatario.