A pesar de la pintoresca imagen que refleja este monito, la realidad es el peligro que genera la dueña de este puesto de frutas en el mercado Abasto al permitir que su mascota juegue sobre los alimentos y los manipule sin pensar en las enfermedades que se podrían transmitir a los consumidores. La Intendencia Municipal debería exigir el cumplimiento de las normas básicas de higiene en los centros de abasto familiar.