Su situación laboral cambio radicalmente desde que exigió se le reponga los gastos de 17 días por la recuperación de la enfermedad del COVID-19 que casi la lleva a la muerte y un seguro de salud.
Betty (nombre cambiado) trabaja desde hace 4 años y tres meses en el centro médico Profamilia #3, sucursal del Plan Tres Mil como enfermera.
Los administradores del centro médico, han asumido una posición radical y discriminatoria desde aquel día, por el solo hecho de exigir sus derechos laborales que vienen siendo vulnerados.
Su oficio como auxiliar en enfermería, cambió y ahora cumple sus 8 horas de trabajo sentada en una silla en un ambiente cerrado frente a las cámaras de seguridad, con la prohibición de que nadie le hable ni dirija la palabra.
“Primero la administradora (Ana Laura M.) quería obligarme a que me sentara donde me diera el sol, pero yo me negué porque estaba recuperándome del COVID y decidió aislarme y ponerme frente a las cámaras de seguridad para vigilarme”, lamentó la mujer.
Entre las restricciones impuestas a la profesional, esta prohibida de ir al baño, tomar agua, utilizar su celular, hablar con colegas y terceras personas y su almuerzo es entregado a diario a las 14.00 mientras todos comen a las 12.00.
Betty comentó que durante el tiempo que se mantuvo enferma de coronavirus (del 27 de junio al 15 de julio) estuvo echada a su suerte, lidiando con la enfermedad y sin recursos.
En su trabajo le dieron una baja por tres días y pese a estar contagiada de COVID, le exigieron su retorno al cuarto día sin siquiera hacer la prueba de negativo. La auxiliar, afirmó a este diario que los síntomas empeoraron con dolores y fiebre prohibiendo su aislamiento bajo el argumento que había bastante pacientes por atender.
Con mis propios recursos fui a hacerme unos análisis a la clínica Virgen Milagrosa y me señalaron que debía internarme pero sabía que me costaría un ojo de la cara y decidí medicarme en mi casa.
“Así de mal, le hablé a la administradora que no podía trabajar y me dijo que venga hacerme ver al centro médico y una doctora me dio 14 días de baja”, indicó Betty. Esta disposición no fue del agrado del centro médico que llamó a la doctora, para que lo anule y solo disponga de siete días caso contrario los otros siete restantes se lo iban a descontar a ella. La enfermera indicó que, según los administrativos del centro retornara a sus funciones laborales una vez pase la cuarentena.
1.300 Bolivianos
Exigía por los gastos de curación.
2 Hijos
Menores tiene la enfermera.