La ley de 348 de violencia contra la mujer ha cumplido 8 años y en lugar de bajar, los casos de ataques, asesinatos y toda forma de abuso han aumentado. Esto ocurre no sólo porque el machismo sigue siendo una forma de vida y la desigualdad es brutal, sino también porque desde la política nuestros líderes nos dan un pésimo ejemplo. Recordemos cuántos casos de violación y maltrato se dieron entre los jerarcas del MAS, la mayoría de los cuales quedaron impunes gracias a maniobras de gente muy encumbrada en los poderes del Estado. Veamos los casos de acoso y violencia política y la forma de actuar de los grandes referentes, entre ellos, nada menos que el cocalero, de cuya boca brotaban los prejuicios, los insultos y la humillación hacia las mujeres. Para qué mencionar sus peripecias amorosas y muchas denuncias que han quedado en el limbo. En este contexto, cómo no se va a sentir libre de decir lo que le dé la gana un “ministrete” que propone que los casos de violencia doméstica se puedan someter a la conciliación, es decir que la mujer pueda decidir o no procesar a su agresor.