La verdad sobre la coca

El retraso de este informe valió la pena. Por primera vez en muchos años, la UNODC presenta un diagnóstico que se acerca a la realidad que el país viene soportando desde hace más de una década: el crecimiento sostenido y descontrolado de los cultivos de coca. El incremento del 10%, hasta llegar a 34.000 hectáreas en 2024, no es una sorpresa para nadie en Bolivia; lo sorprendente es que recién ahora se lo diga con claridad. Este dato confirma una sospecha largamente instalada: durante los años del MAS, los organismos internacionales fueron presionados, complacientes o, en el peor de los casos, cómplices silenciosos. Miraron hacia otro lado mientras la coca se expandía, especialmente en el trópico de Cochabamba, donde el aumento del 18% desnuda una política deliberada de permisividad. Que este informe salga justo cuando empieza un nuevo gobierno no es casual. Marca el cierre de una etapa de negación y el inicio —ojalá— de una gestión basada en verdad y responsabilidad. Si no se pone freno ahora, Bolivia corre el riesgo real de consolidarse como un narcoestado. La transparencia es el primer paso para volver a ponernos en regla y recuperar credibilidad interna y externa.