Se acercan las elecciones subnacionales y se multiplican los candidatos “multiuso”, esos que no saben si postularse a la alcaldía o a la gobernación, pues se sienten con la capacidad de ejercer cualquier cargo, el que venga, con tal de mantenerse en la palestra y, obviamente, continuar gozando de los mundanos placeres del poder. El caso de Johnny Fernández es emblemático. Acaba de ser candidato a presidente, con resultados miserables y, luego de una desastrosa gestión en el municipio, ha dicho que no se decide todavía entre la alcaldía o la gobernación de Santa Cruz, como si se tratara de elegir un menú y no un proyecto de gestión pública. No es el único. Varios actores políticos muestran la misma ambición sin rumbo. Son autoridades polifuncionales a las que poco les importa si están preparadas o no. Llegan a los cargos sin visión, sin plan y sin una mínima comprensión de lo que significa gobernar. Y lo peor: una vez instalados, su falta de capacidad queda expuesta, pero eso no parece afectarles, pues cuentan con la falta de madurez política de un electorado que, por desinformación o desencanto, vuelve a elegir a quienes ya fallaron.