Bajo el penoco

Pelea de barrio

| 2025-11-25 00:10:00

El Gobierno ya empezó a responderle a Edman Lara, a pelear con él, a ponerse a su altura. Ese es el error. Lara no tiene nada qué perder: está donde está por un accidente político, sin estructura, sin proyecto y sin responsabilidad real. Justamente por eso es peligroso. Cuando el gobierno entra en el juego del contrapunteo, lo legitima. Le da alas. Le da volumen. Le entrega, gratis, la posibilidad de hacer daño no solo al gobierno de Rodrigo Paz, sino al país entero. Porque mientras el Ejecutivo explica por qué el vicepresidente pasó seis de sus primeros 14 días fuera del país, Lara disfruta del ruido. Él vive del conflicto, se alimenta del escándalo y necesita victimizarse para avanzar. Esa es su estrategia. Pero su intención no es fiscalizar ni aportar: es desgastar al gobierno y preparar el terreno para un golpe blando, un quiebre institucional disfrazado de “denuncia” y “rebeldía”. Por el bien de Bolivia, la estrategia no puede ser pelearle. Debe ser desenmascararlo: mostrar que su agenda no es pública ni patriótica, sino personal y desestabilizadora. Solo así se le quita poder al ruido.