Rodrigo Paz debería buscarse otra definición para retratar la podredumbre que han dejado los masistas, una situación previsible y que además fue denunciada incansablemente por distintos sectores, no necesariamente por la clase política, que en gran parte ha sido cómplice. El Estado es una cloaca por definición y por numerosas razones inherentes al manejo público y a la política: concentra poder sin control, opera como botín partidario, premia la lealtad antes que la eficiencia y castiga al ciudadano que sostiene con sus impuestos un aparato que no le devuelve ni servicios ni justicia. Estos conceptos figuran en los manuales de ciencia política y el MAS no ha hecho más que amplificar el problema, aprovechándose precisamente de un sistema creado por bandidos. Si el nuevo presidente quiere hacer trabajo de limpieza, debe empezar reconociendo que el estado es el principal problema, así esté en manos de forajidos o sea manejado por ángeles caídos del cielo. La misión de Paz es construir un estado que nunca ha existido en Bolivia y que, lamentablemente, muy pocos políticos están dispuestos a apoyar.