Espejo: Vaya, si no es mi señora condesa, la eterna juventud en persona. Aunque… un poco opaca hoy, ¿no? ¿Demasiado sol? ¿O demasiado alma en el tinte capilar?
Vanidad: Cállate, pedazo de vidrio resentido. No entenderías la presión de mantenerse perfecta. Ser hermosa no es un placer, es un deber.
Espejo: Claro, claro. Igual que respirar o decapitar doncellas, ¿verdad? Todo por el cutis. Y dime, ¿cuál es el ungüento de hoy? ¿Aceite de virgen o esencia de histeria?
Vanidad: Sarcástico como siempre. Hoy uso una mezcla moderna: baba de caracol, colágeno marino y desesperación. Dicen que rejuvenece dos siglos por frasco.
Espejo: Qué curioso, yo pensaba que la juventud se perdía con el tiempo, no con la falta de presupuesto. Pero adelante, sigue aplicando eso que huele a zoológico y marketing.
Vanidad: Tú no entiendes. Las mujeres deben verse impecables. Una arruga y el mundo ya te archiva. La belleza es poder.
Espejo: Poder, sí. Hasta que llega otra con un filtro nuevo o una jeringa más fina. Entonces todo el “poder” se derrite más rápido que tu máscara de oro líquido.
Vanidad: No seas cruel. El mundo exige belleza. Yo solo cumplo mi papel.
Espejo: Tu papel, querida, es de envolver. Todo brillo, nada dentro. Es fascinante: te llenas la cara de cremas de “autoestima”, pero te la borra cada producto nuevo.
Vanidad: No lo entenderías. Soy la esencia del refinamiento. Cada tono, cada perfume, cada frasco es una promesa.
Espejo: Promesa de qué, ¿de no parecer viva? Entre tanto relleno y toxina, las caras modernas parecen vitrinas de museo. El tiempo pasa, pero nadie lo nota porque todos están congelados.
Vanidad: Mejor congelada que olvidada.
Espejo: Y ahí está tu tragedia: confundes belleza con memoria. No quieres ser hermosa, quieres que te miren. Aunque sea por horror.
Vanidad: Tú hablas porque no envejeces. Eres eterno.
Espejo: No, solo reflejo lo que hay. Y créeme, cada vez hay menos persona y más envase.
Vanidad: No necesito tus juicios, brillo por mí misma.
Espejo: Sí, claro. Con luz de anillo y base de 300 euros. Si la juventud es un crimen, tú ya llevas cadena perpetua.
Vanidad: Eres detestable.
Espejo: Y tú, perfectamente retocada. Felicitaciones: has conseguido verte tan vacía por fuera como por dentro.
El que ausculta palabras… donde no
llega el bisturí, va la letra…