Con casi 80 años de edad, Donald Trump volvió al poder en enero de 2025 y, en cuestión de horas, firmó 78 órdenes ejecutivas, el equivalente a los decretos en nuestro país. En una semana, superó el centenar. Lo hizo porque tenía un plan, un equipo que trabaja y una convicción: el gradualismo es perder tiempo. Trump actuó con la claridad de quien sabe adónde quiere ir y no teme ejercer el poder. Inmigración, energía, cultura: todo en movimiento desde el primer día. Esto debería servir de ejemplo para quienes consideran que es mucho pedir, cuando se le critica a nuestro joven mandatario que sus acciones más notables en una semana de gobierno hayan sido treparse a un camión con combustible y realizar una inspección a un surtidor de gasolina, gesto que emocionó hasta las lágrimas a un joven despachador. Hoy estamos viviendo un momento irrepetible, con respaldo internacional, apoyo ciudadano, credibilidad y mucha esperanza en el nuevo régimen, pero esas expectativas no van a durar mucho si se opta por la tibieza, la pose y los discursos. Postdata: Edman Lara está bien asesorado y no da puntada sin hilo.