«Zacarías se expresaba por señas, porque se había quedado mudo». (Lc 1,22)
Zacarías no era “sordo”, pero fue castigado con la mudez porque no quiso escuchar con fe lo que el ángel Gabriel le decía: «Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan» (Lc 1,13). Respondió: «¿Cómo puedo estar seguro de esto? Porque yo soy anciano y mi esposa es de edad avanzada». Más tarde, la Virgen María pide explicaciones sobre un embarazo sin «conocer varón», pero no pregunta «¿cómo estar segura de esto?». Es una diferencia sutil, pero determinante. María supo escuchar porque tenía fe, y así dijo: «Soy la esclava del Señor» (Lc 1,38). Zacarías fue sordo de fe y, por esto, quedó mudo, porque fue mejor callarse hasta que aprendiera a escuchar a Dios.
No hay nadie más crítico del Movimiento al Socialismo que yo, pero hoy quiero felicitar al gobierno saliente y al presidente Luis Arce Catacora por la Ley de Reconocimiento de la Lengua de Señas Boliviana (LSB) como idioma oficial, garantizando los derechos lingüísticos de las personas con discapacidad auditiva en todo el territorio nacional. ¡Dios te bendiga!
En vísperas de la entrega del bastón de mando, se ha preocupado por este grupo de ciudadanos que suelen ser marginados. Aunque vale preguntarnos: ¿quiénes son más discapacitados? ¿Los que están físicamente impedidos para oír, o los que no sabemos comunicarnos con ellos? O quizás: ¿quiénes no sabemos dialogar? Para dialogar, tenemos que escuchar más que ganar argumentos.
Por esta Ley 1658, sucesora del Decreto Supremo N° 0328 del 14 de octubre de 2009 del presidente Evo Morales, la Lengua de Señas Boliviana se convierte en la trigésima octava lengua oficial del país, consolidando el carácter pluricultural del pueblo y reafirmando un compromiso nacional con la igualdad de derechos, la inclusión social y la diversidad lingüística.
En mi juventud, como seminarista en Milwaukee, elegí como actividad apostólica acompañar a los niños internos de “St. John "s School for the Deaf” (Escuela de San Juan para Niños y Adolescentes Sordos). Tomé clases de Lengua de Señas Inglesa durante tres semestres. Aprendí fácilmente el alfabeto y quizás mil señas, pero me costaba mucho comprender a otros. La paciencia de la comunidad de personas con discapacidad auditiva era extraordinaria.
Podía rezar el Padrenuestro y el Dios te salve, María. El padre Zirkel señaba toda la misa con facilidad. Yo acompañaba a un grupo de cub scouts (cachorros). Fuimos de campamento. Cuando empezaron a correr para explorar los alrededores, no podía gritar para que volvieran, ¡puej! Tenía que correr tras ellos. Había una puerta de la cocina que abría con vaivén, hacia dentro y hacia fuera, y algunos niños, al encontrar las cuchillas, empezaron a lanzarlas como en un circo, para que quedaran clavadas en la puerta. ¡Qué susto! ¡Un niño pudo haber pasado desde el otro lado y recibir un cuchillo en el ojo!
En una competencia de invierno tuvimos una carrera de trineo con otros grupos de scouts “normales”. En una dirección los niños tiraban el trineo con su líder como pasajero (yo); al volver, el líder (yo) tiraba del trineo con todos los niños como pasajeros. Habríamos ganado, pero los niños sin discapacidad ayudaron a su líder, mientras los míos jugaron según las reglas. Los jueces no quisieron escuchar los reclamos de los niños sordos. Tuvimos que consolarnos con el segundo lugar y con el conocimiento de que fuimos honestos, verdaderos ganadores, aunque decepcionados, víctimas de una injusticia, como tantas veces sucede con las personas con alguna discapacidad, pobreza o desgracia.
La Lengua de Señas Boliviana no es muy diferente de la inglesa: se define como un “sistema lingüístico cuyo medio es visual más que auditivo. Tiene su propio vocabulario, expresiones idiomáticas, gramática y sintaxis”.
El Ministerio de Educación de Bolivia ofrece un Curso de Enseñanza de la Lengua de Señas en cuatro módulos. La Universidad Católica Boliviana “San Pablo” ofrece otro con materiales audiovisuales, lo cual es mejor, porque para aprender las señas se debe observar los movimientos correspondientes. Ambos son gratuitos y fáciles de encontrar con Google.
Cuando estaba en Milwaukee había un debate: algunos decían que los sordos deberían aprender a leer labios y no separarse de la población “normal” con su propio idioma de señas. La filosofía que se aplicaba en mis cursos y en esa escuela era la de la “Comunicación Total”. Ellos aprendían señas, lectura labial, escritura y recibían una educación integral de calidad. Y nos enseñaron mucho a nosotros. Aprendí que es muy difícil mentirles, porque son expertos en leer el lenguaje corporal y detectan las señales de disimulo.
Tener discapacidad auditiva no implica ser mudo. Pero cuesta aprender a hablar y hacerlo sin “acento de sordo” cuando no se puede oír la propia voz ni la de los demás. Sin embargo, muchos lo logran.
En Bolivia y en otras partes, en su afán de inclusión social, se ha utilizado el eufemismo “personas con capacidades diferentes”. Discúlpeme, es una tontería. Todos tenemos capacidades diferentes. «Desde la Fundación Adecco no somos partidarios de utilizar estas expresiones, pues lejos de normalizar, generan confusión y ocultan las necesidades específicas de las personas con discapacidad».
“Personas con discapacidad” dice lo importante: personas. Son personas creadas a imagen y semejanza de Dios. Esta semejanza consiste en nuestra capacidad de relacionarnos con Él. Somos seres espirituales. Mis perros me piden el pan de cada día, pero yo lo pido a Dios. Dios me dice que me ama y que Jesús es su Hijo amado: «Escúchalo».
Discapacidad no es incapacidad. Tarde o temprano, la mayoría necesitamos lentes para superar una discapacidad visual. A veces ponemos la mano junto a la oreja para oír y escuchar mejor. Nos educamos para capacitarnos para una vida productiva y feliz.
Lo que tradicionalmente llamamos en la Iglesia “pecado original”, y que el papa Benedicto XVI llamaba el “pecado de los orígenes”, es, en el fondo, una “discapacidad espiritual”. ¿Quién ama a Dios con todo el corazón, toda el alma, toda la mente y todas sus fuerzas? ¿Quién ama al prójimo como a sí mismo? Quien falla en estos mandamientos que definen la vocación e identidad del ser humano es un discapacitado espiritual.
Pero la discapacidad no es incapacidad. Y hay remedio: hay terapia, hay ayuda y podemos ayudarnos mutuamente. Pido al nuevo gobierno y al pueblo boliviano mirar adelante y no atrás. No busquemos venganzas ni castigos, sino soluciones.
Gracias a Dios y al Tribunal Supremo de Justicia por la liberación de la presidenta Jeanine Áñez. Ojalá esté presente en la transición de gobierno. ¡Felicidades al gobierno saliente “con capacidades diferentes” por la Ley de Señas Boliviana! Bienvenidos a una nueva época en Bolivia. Tomemos como modelo a Jesús: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos» (Mc 7,37).
Dios te bendiga.