La gobernabilidad política tendría que estar asegurada con el apoyo de Tuto Quiroga. Entre el PDC y LIBRE suman dos tercios en el Congreso (16 y 12 de 36 senadores, y 53 y 42 de 130 diputados, respectivamente). Este es un momento histórico, posiblemente irrepetible. Paz tiene que poner todo en el asador para dar a Bolivia un giro de 180 grados. Por ejemplo, las reformas a la Constitución y a la justicia deben ser profundas; la presencia de la DEA tiene que ser decisiva en apoyo al Estado boliviano para salir del circuito del narcotráfico, y la lucha contra la corrupción y la mejora de la eficiencia del Estado, con ayuda de la tecnología, deben ser radicales. Apoyo internacional no le faltará; todo lo contrario.
Dos cosas podrían suceder para que Rodrigo Paz no aproveche la mejor oportunidad que ha tenido un presidente boliviano en décadas. Primero, que él, como presidente, no tome las decisiones correctas; al final del día, él es el presidente, no Quiroga. Segundo, que las bancadas tanto del PDC como de LIBRE se resquebrajen, es decir, se dividan en más de una facción. Ambos personajes tienen que ejercer su liderazgo ahí también. Y seguro que habrá personas que busquen esas fisuras, tanto dentro del Congreso como fuera de él.
Pero en Bolivia la gobernabilidad también tiene un aspecto que se relaciona directamente con la ciudadanía; es decir, no solo con tener mayoría en el Congreso y/o la capacidad del Estado de hacer cumplir la ley. Se deben refrescar y fortalecer los valores morales, tan corroídos, y que constituyen uno de los legados más pesados que nos deja el MAS. No podemos normalizar la mentira, el cinismo, el abuso, la impunidad, el robo, los negociados y la discriminación. Le sugiero, señor Presidente, que desde el primer minuto del 8 de noviembre se diseñe y/o ejecute una campaña masiva y permanente de concientización sobre nuestros valores olvidados, como la honestidad, la puntualidad, el valor de la palabra, el esfuerzo, el cumplimiento de la ley, etc., que refuerce nuestro patriotismo para entender y aceptar los sacrificios que todos debemos hacer y tolerar los días difíciles que se vienen.
Se necesita su liderazgo, pero también se pueden sumar esfuerzos mediante alianzas con medios de comunicación —incluyendo plataformas digitales y radios—, universidades, ONG, industrias, colegios, empresas agropecuarias y bancarias; además de gremios como los colegios de abogados, economistas, ingenieros, médicos, etc., e instituciones cívico-ciudadanas como el Comité Cívico de Santa Cruz y coordinadoras de otros departamentos. Los hogares, los padres y los hijos serán el primer bastión de promoción y adopción de esos valores. Serán el escudo contra aquellas malas personas e influencias, y el contrapeso a la Ley Avelino Siñani mientras ésta se reforma.
Y lo mejor de todo es que toda la campaña puede resultar virtualmente gratuita. Todas las organizaciones públicas, privadas y no gubernamentales, independientemente del rubro, pueden coadyuvar a través de los bienes y servicios que producen (por ejemplo: botellas, sacos, bolsas, servilletas, envases, papeles membretados, pautas televisivas o radiales, letreros en vehículos de transporte, etc.). Que se vea y se escuche en todo lado. A donde mire el ciudadano, que se tope con la frase “La ley se respeta”.
Nos toca a todos; es solo cuestión de voluntad y patriotismo.