El entierro del populismo boliviano

La expulsión de Bolivia del ALBA, el organismo que agrupa varias dictaduras latinoamericanas, marca un punto de no retorno. Mientras en el país aún persisten dudas sobre la autenticidad del giro de Rodrigo Paz, los gobiernos del bloque chavista han despejado cualquier incertidumbre: el camino del populismo y del socialismo del siglo XXI ha sido abandonado. Lo que ellos interpretan como “traición” es, en realidad, la recuperación de la racionalidad perdida. Para las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua, Bolivia asiste a su propio velorio ideológico. Con su exclusión, queda sellado el prolongado entierro del “proceso de cambio” que lideró Evo Morales durante dos décadas. Un modelo que dejó al país empobrecido, aislado y atrapado en una retórica anacrónica. Son excelentes noticias. El nuevo gobierno representa la decisión que el pueblo tomó en 2019, cuando expulsó a Morales y dijo basta al abuso y la mentira. Hoy, Bolivia empieza a reconstruirse sobre la base de la libertad, la sensatez y la dignidad democrática. El populismo ha quedado atrás; su destierro es un hecho.