Tuto Quiroga ha ofrecido todo su apoyo al nuevo gobierno, pero con una condición: que sea “a cambio de nada”, lo que ha dejado mudo a Rodrigo Paz.
La condición alude al peor error cometido por la “democracia pactada”, esa que llevó a que ganara el MAS en 2005 y trajera los dos decenios de dictadura.
Gonzalo Sánchez de Lozada fue el último operador de la democracia pactada porque tuvo tantos ministerios como aliados tenía en su coalición, y todos los viceministerios que le exigían sus aliados.
Un gobierno que no se había propuesto atender los problemas del país, sino satisfacer la ansiedad de pegas de los partidos aliados.
Los ministros no eran elegidos por sus aptitudes, sino por el partido al que representaban, y los viceministros eran contados partes de una grosera repartija.
Ese espectáculo es el que ayudó a la mafia del cocalero, que aludía a la democracia pactada como el gobierno de lo “neoliberales”.
Y no tenían nada de neoliberales esos ministros y viceministros y todos los “pactados”, porque simplemente buscaban pegas.
Tan mal estaba el país que la gente se resignaba ante el triunfo del cocalero pensando que no duraría mucho en el cargo.
Un chiste de aquellos días decía: “si los paceños no pudieron gobernar el país, será difícil que lo hagan sus pongos”.
La sorpresa fue que esos pongos resultaron ser los socios de una gran y poderosa transnacional, la del narcotráfico, que ahora está jugando a la geopolítica en la región en defensa de Nicolás Maduro.
Tenían un programa de gobierno esos pongos, un plan para anular la economía legal e imponer la ilegal, para convertir a Bolivia en el Afganistán de Sudamérica.
Además, el gobierno del cocalero se propuso, y lo logró casi totalmente, destruir todas las instituciones de la democracia boliviana.
Probablemente a eso se refiere Tuto Quiroga cuando aclara que su apoyo al nuevo gobierno será “a cambio de nada”, algo que quizá no les guste a algunos de sus seguidores.
Lo que pone al nuevo gobierno en la necesidad de tener un buen gabinete, compuesto por gente capaz o, como se suele decir, por gente idónea.
El país está en terapia intensiva después de veinte años de despiadada flagelación y hace falta un buen equipo de profesionales capaces de ayudarlo a ponerse de pie, y caminar.
Está prohibido jugar a la demagogia o al populismo. Si el nuevo presidente tenía esas intenciones, las deberá archivar.
La comunidad democrática mundial ha saludado la derrota del MAS. Y, de paso, al gobierno que viene a restablecer la democracia en Bolivia.
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