“Mi Reino no es de este mundo” (Jn 19,36).
“El Partido Demócrata Cristiano de Bolivia es un partido político progresista de ideología demócrata cristiana de Bolivia.” (Página de Facebook de la PCD).
Según Wikipedia: “Sus fundaciones intelectuales fueron centros de estudios de la doctrina social de la Iglesia, la Acción Católica Boliviana y ‘Humanismo Integral’. Se mantiene como un partido ‘tercerista’, señalando una ‘tercera vía’ entre el capitalismo y el socialismo, una vía que aspiraba a consolidarse como más humana y verdaderamente democrática que otros sistemas sociopolíticos”. “Fue fundado el 6 de febrero de 1954 como Partido Social Cristiano (PSC), y adoptó su actual nombre en un congreso del partido en noviembre de 1964.”
Esto fue hace más de 60 años. Dos preguntas:
¿Qué tiene de cristiano hoy?
¿Qué tiene de demócrata?
Según puedo observar hasta ahora por la campaña y los discursos, no tiene nada de cristiano y muy poco de demócrata. Representa un populismo socialista.
La Iglesia Católica quisiera que todos los votantes fuesen cristianos y demócratas, y que todos los partidos sean democráticos y QUE NINGUNO SE LLAME CRISTIANO.
“Un juicio explícito y articulado sobre la democracia está contenido en la encíclica Centesimus annus: «La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica. Por esto mismo, no puede favorecer la formación de grupos dirigentes restringidos que, por intereses particulares o por motivos ideológicos, usurpan el poder del Estado. Una auténtica democracia es posible solamente en un Estado de derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana.» (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, Nº 406).
El hecho de que un partido político se llame cristiano, no lo hace cristiano.
Primero, porque Jesús dice que “Mi Reino no es de este mundo” (Jn 19,36). Jesús quiere que Dios reine en este mundo. Por eso rezamos: “Venga A NOSOTROS Tu Reino; Hágase tu voluntad EN LA TIERRA como en el Cielo”. Pues en el Cielo, los Ángeles y los Santos cumplen la voluntad del Padre; es en la tierra donde hay problemas porque el Príncipe de este Mundo es Satanás (Ver Jn 12,31; 14,31 y 16,11). Pero identificar a un partido político explícitamente como cristiano es distorsionar el proyecto de Jesús. Basta permitir a Dios reinar en la consciencia, en el alma y en la voluntad de los votantes. Llamar a un partido “cristiano” tiene el sabor de manipular nuestras consciencias, especialmente en un país donde más manda la religiosidad popular que nuestra desconocida Doctrina Social de la Iglesia.
Segundo, cuando estos partidos políticos se desvían de lo que es realmente un camino de Justicia y de Paz, el nombre de Cristo queda mal. Porque inevitablemente el manejo del poder colectivo atrae a quienes caen en la tentación que Satanás puso ante Jesús: “Le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor, y le dijo: «Te daré todo esto, si te postras para adorarme».” (Mt 4,8-9; Lc 4,6). Por supuesto, la tentación de Satanás es una mentira; el Diablo no comparte su poder.
“El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente” (Lord Acton). Si corrompe a los que se hacen llamar “Cristiano Demócratas”, no ayuda ni a la causa de la democracia, mucho menos a la causa del cristianismo, y el pueblo decepcionado y resentido sufre las consecuencias, hasta perder a Dios, fuente de toda esperanza. Lo mismo sucede si el demonio corrompe a un cura con el clericalismo, la pederastia y el alcoholismo; no ayuda la causa de Cristo y destruye la causa de la Iglesia, además del infierno que sufren sus víctimas.
Para ser auténticamente cristiano, los líderes de semejante partido o gobierno deberían estar en diálogo con los “expertos en cristianismo”, es decir, con los Pastores de la Iglesia, para dejarse orientar sobre cuáles serían las políticas económicas y sociales más justas. De hecho, la Iglesia Católica ha reflexionado sobre estos temas desde que Jesús fue crucificado bajo el poder de Poncio Pilato.
Cuando intentaron hacer tropezar a Jesús con una pregunta política sobre los impuestos respondió: «Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios» (Mt 22,21). Hay quienes piensan que esto avala la separación de Iglesia y Estado; es una tergiversación total. Ni siquiera existía la Iglesia cuando Jesús lo dijo. Implica que el ciudadano debe pagar el impuesto, aunque César representaba un imperio extranjero opresor.
Pero, aún más importante, hasta César debe dar a Dios lo que es de Dios. Y a Dios le debemos todo. Suyo es el mundo y todo lo que hay en ello (Salmo 89,12), «Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: «Jesucristo es el Señor». (Fil 2,9-11). Esto incluye las rodillas del César y todos los gobiernos de todas las naciones.
Es la Iglesia la que promueve la separación de Iglesia y gobierno civil, para asegurar la libertad de religión y la no interferencia del gobierno en nuestros asuntos. Pero al mismo tiempo queremos una sana cooperación en la promoción humana, en la educación, en la conservación del medio ambiente y mucho más. Como Iglesia, oremos todos los días por nuestras autoridades «para que podamos disfrutar de paz y de tranquilidad, y llevar una vida piadosa y digna” (1Tm 2,2). Asimismo, reservamos el derecho de ejercer un rol profético y juzgar las realidades políticas, económicas y sociales a la luz del Evangelio. La acumulación y manejo del poder colectivo de cualquier índole es la actividad humana que más necesita esta orientación, precisamente por caer fácilmente en tentación.
El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia Católica contiene en forma resumida y sistematizada todas estas enseñanzas desde la Carta Encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII hasta Fratelli Tutti del Papa Francisco. ¡Qué publicará el nuevo Papa León XIV! Como el consejo de San Pablo a Timoteo sobre la Sagrada Escritura, este Compendio, junto al Catecismo de la Iglesia Católica: «es útil para enseñar y para argüir, para corregir y para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien». (2 Tm 3,16-17).
Dios te bendiga.