El falso salvador

Luis Arce denunció un supuesto plan desde la Asamblea Legislativa para suspender la segunda vuelta prevista para el 19 de octubre. Con tono alarmista, pidió al Tribunal Supremo Electoral convocar a los cuatro órganos del Estado para “defender la democracia”. El problema es que quien hoy se presenta como su salvador fue, durante años, uno de sus principales destructores. Arce gobernó con magistrados prorrogados e ilegales, toleró un sistema judicial sometido al poder político y un Tribunal Electoral debilitado por la manipulación del propio MAS. Su gobierno fue cómplice del deterioro institucional y del abuso de poder, y ahora, cuando el tiempo se le agota, pretende vestirse de demócrata ejemplar. No le funcionó como conductor de la economía, menos como político, y mucho menos como defensor de la libertad. Hoy recurre al discurso democrático no por convicción, sino por conveniencia. Quiere irse dejando la imagen de estadista responsable, pero su legado está marcado por el autoritarismo y la ineficiencia. Quien ayudó a incendiar la democracia no puede posar, al final, de bombero.