Miradas

Si nos fallan, haremos un nepal 2.0

Si nos fallan, haremos un nepal 2.0
Jhonny Vargas - Politólogo | Politólogo
| 2025-09-23 00:08:54

Nepal ya nos mostró el camino. “Los políticos se enriquecen mientras nosotros sufrimos; por eso ayudé a derrocar al gobierno de Nepal en 48 horas”. Es el testimonio orgulloso de una manifestante de la “generación Z”, que contó lo sucedido a los medios internacionales tras el levantamiento juvenil que dejó al menos 72 muertos y miles de heridos. Todo terminó con un parlamento incendiado. Todo comenzó por la prohibición de las redes sociales; además, las denuncias de nepotismo y corrupción fueron el principal motor de la revuelta juvenil.

En una sociedad nepalí marcada por crecientes desigualdades, donde las élites políticas exhibían el lujo ostentoso del régimen dictatorial comunista, las protestas de la “generación Z” —nacidos aproximadamente entre mediados de los 90 y principios de la década de 2010— contra el nepotismo, la corrupción y el abuso de poder traspasaron las fronteras. Es una generación muy familiarizada con las redes sociales y con un deseo de autenticidad singular; nos mostró que el cambio es posible cuando no se impone el dominio de unos sobre otros.

En Bolivia, si nos falla esta clase política decadente, podríamos tener un Nepal 2.0. Parece que las condiciones se están dando para replicar lo sucedido en Nepal: la próxima revolución boliviana podría ser mucho más que una serie de insurrecciones en campos y ciudades, mucho más que una simple lucha de partidos o una batalla en las calles. Si el régimen dictatorial planea cometer nuevamente un fraude electoral como en 2019, la “generación Z” no perdonará esa gran equivocación.

El pueblo boliviano está harto del poder arbitrario del gobierno masista y de los privilegios de sus miembros, que monopolizan los mejores puestos en el Estado. Un caso recurrente es el de Teresita Quinteros Solares, quien supuestamente es pareja del mandatario Luis Arce Catacora y se desempeña como funcionaria en la Unidad de Coordinación de Programas y Proyectos del Ministerio de Economía; además, otros cinco miembros de su familia fueron nombrados en distintas instituciones estatales. ¿Acaso esto no huele a nepotismo y presunto uso indebido de influencias?

No sé qué va a suceder, pero algo ocurrirá y pronto. Tal vez el detonante sean los resultados electorales del 19 de octubre; sea lo que sea, ese suceso dará cierto consuelo a las miserias del pueblo boliviano. Solo sé que los jóvenes tendrán un protagonismo fundamental en este cambio. Si ellos concentran la fuerza de ataque como en Nepal, podrán asaltar las instituciones caducas: el pueblo odia a todas las instituciones de este régimen —la Aduana Nacional, Impuestos Nacionales, el TSE, EMAPA y las distintas sedes sindicales que apoyan al régimen— porque hacen la pobreza aún más pesada y contribuyen a la infelicidad.

El odio se ha ido fermentando desde hace mucho tiempo. A medida que los abusos de poder y la corrupción se vuelven más insoportables, el odio y la necesidad de cambio sostendrán las rebeldías incesantes de los jóvenes bolivianos; permitirán derribar a este régimen y organizar el poder bajo un gobierno republicano. Sin esas rebeliones juveniles, sin la desorganización de los dispositivos de seguridad en departamentos y provincias producida por motines estudiantiles, sin la prontitud del pueblo de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz para levantarse y marchar, sería imposible un cambio en el estado de cosas. Cada vez que se apela a la juventud, ella demuestra ser la fuente viva de la revolución.

La infelicidad de los jóvenes bolivianos —en especial de la generación Z— es realmente alarmante y es producto, en gran medida, de los gastos innecesarios y excesivos del Estado plurinacional. La masa de jóvenes que abandona el país año tras año es cada vez mayor; su existencia se vuelve más incierta porque no hay futuro en este país, y la censura constante a las redes sociales por parte del régimen agrava la desesperación.

Si la falta de oportunidades impulsa a los jóvenes al motín, la esperanza de obtener algún alivio conduce a la revolución Z. Han soportado casi 20 años de adoctrinamiento y opresión, pero cuando el desgaste del régimen es tal, los jóvenes comprenden que siempre que hay debilidad autoritaria —y cuando se produce un cambio de gobierno en un proceso electoral lleno de incertidumbre— comenzarán a rebelarse y estallará un nuevo levantamiento juvenil para la historia.

Tras conocerse los resultados del 19 de octubre, los jóvenes tomarán parte activa en los desórdenes. La juventud es la esperanza de todo pueblo; si éste quiere hacerse justicia por sí mismo, nadie podrá detenerlo. Es evidente que el régimen masista no puede durar más. Mil circunstancias impulsan a los jóvenes y a la gente cansada a la rebeldía: la crisis económica, la desesperación y la nueva esperanza de cambio democrático sacarán al pueblo a las calles.

Régimen dictatorial, no te equivoques: no intentes repetir las imágenes de 2019. El régimen se derrumbó y ahora pretende pactar impunidad con la nueva administración; el pueblo boliviano desconfía y su rechazo crece cada día. Espero estar equivocado, pero lo que sucedió en Nepal puede suceder con total tranquilidad en Bolivia.

Jhonny Vargas - Politólogo | Politólogo