La muerte de Charlie Kirk ha sacado a la luz lo mejor y lo peor de ambos bandos: conservadores (la “derecha”) y progresistas (la “izquierda”). Desde el momento en que Kirk recibió el disparo que acabó con su vida, se pudo ver en el mismo video a un joven celebrando el hecho.
Lo cierto es que la izquierda se volcó a decir que su asesino fue un joven blanco con armas. Lo que no mencionan es que ese joven estaba influido por todo el bombardeo ideológico que han vertido en las redes, especialmente al vender a Trump como un tirano fascista, y al conservadurismo como algo opresor. Tampoco dicen que fueron sus propios padres quienes, actuando de manera valiente y patriótica, hicieron lo correcto: entregarlo a la justicia, aun sabiendo que lo más probable es que reciba la pena de muerte.
La izquierda, tanto en el pasado reciente como en la más descarada actualidad, sigue actuando con una agenda mediática: ocultó y continúa ocultando, minimizando y restando importancia a todo lo que contradice su narrativa. Irónicamente, es esa misma narrativa la que sigue y sigue generando casos que demuestran que su ideología es solo eso: una ideología falaz, perversa y para resentidos.
La disparidad de reacciones salta a la vista: jóvenes de izquierda celebrando, entre ellos personajes patéticos como “Michelo”, gran lameculos del gobierno venezolano, quien salió haciendo un baile. También se vieron "femiorcos", espantosas como siempre, celebrando. Y personajes como Jimmy Kimmel, figuras públicas de tendencia de izquierda, haciendo comentarios fuera de lugar sobre el tema. Ahora, a todos ellos les extraña que los estén despidiendo de sus trabajos y recibiendo censura.
Cuando la censura era de la izquierda, compañías como Meta (Facebook) se dieron el lujo de tener “verificadores de la verdad”, desmonetizaron a quienes les llevaron la contraria y programaron sus algoritmos para reducir drásticamente el número de visitas. Sin olvidar que ya no aparece, en plataformas como YouTube, el conteo de “no me gusta”, como parte de la censura activa que practicaron y que, veladamente, siguen haciendo los medios progresistas que aún quedan. Esto se debe a que la mayoría, al darse cuenta de que el lema “go woke, go broke” (sé progre, ve a la quiebra) se estaba cumpliendo, ahora están lavando su cara para eliminar todo vestigio de políticas progresistas y de inclusión forzada.
La derecha lloró y realizó actos solemnes. Si hubiese sido alguien de izquierda progre, algunas calles estarían incendiadas, como ya ha ocurrido y ocurrirá cuando les toque a ellos. Solo les queda el victimismo. Es algo para ver y preguntarse: ¿En serio les extraña?
Estimados progresistas: aprendan algo, “oponente” no es lo mismo que “enemigo”. ¿En serio a alguien que salió a hacer comentarios y burlas por la muerte de un oponente, alguien como Kirk, que siempre fue abierto a la discusión de ideas con argumentos (algo de lo que carece la izquierda), le extraña recibir repudio, censura y despido? Hay que estar acostumbrado a ser emocionalista y no racional para no comprender que esas expresiones tan bajas y denigrantes de la condición humana tienen sus consecuencias.
Muchos expertos en psicología ya lo han dicho: ser de izquierda es ser un resentido. Quienes militan en la izquierda viven del resentimiento. El cristianismo, principalmente el catolicismo, ha reconocido que ser de izquierda y ser cristiano es un absurdo incompatible. Dios con nosotros.