Bajo el penoco

La gran encrucijada

| 2025-09-17 06:42:58

A medida que se acerca la hora de tomar decisiones cruciales para Bolivia, o directamente decretar la extrema unción, surgen voces que cuestionan la subvención al diésel que reciben los agroindustriales. El argumento es simple, este sector recibe la mayor parte y, por lo tanto, sugieren quitarles ese beneficio a los “ricos capitalistas”, sobre todo a los del oriente boliviano. El capitán Lara estaría feliz de firmar ese decreto. Sin embargo, la realidad no es tan simple. Los productores agropecuarios no utilizan el diésel para pasear por la plaza, ir al supermercado o dejar a los chicos en el colegio; lo usan para producir alimentos. Si el diésel se vendiera a precio real, sin subsidio, el impacto será inmediato en lo que llevamos a la boca. Intentar diferenciar precios —uno para productores y otro para el resto— solo fomentaría corrupción. Y si se suman medidas populistas como el control de precios, muchos dejarán de producir, provocando escasez y hambre. Ese es el tamaño del problema que nos deja el MAS tras 20 años de congelamiento de precios de los combustibles. La encrucijada es clara: o cortamos de raíz o condenamos a muerte a Bolivia con más populismo.