Desde hace años, el Presidente chino, secundado por Putin y otros líderes mundiales, han tenido la intención de cambiar el orden internacional que se estableció a partir de la Segunda Guerra Mundial donde el capitalismo se estableció como el sistema económico global; la democracia se mantuvo como el tema de conflicto permanente.
China, de manera estratégica e inteligente, se ha ido preparando desde hace años para enfrentar a EE.UU. Su economía de $4.8 trillones (dato de 2023, en nomenclatura de EE.UU.) superaba a los $2.8 trillones de EE.UU. En sectores como el avance tecnológico de vehículos eléctricos, paneles solares, producción de baterías casi monopólica y, en algunos aspectos de Inteligencia Artificial, China ha tomado un liderazgo global claro. En el aspecto militar, China tiene una flotilla naval más grande que EE.UU., su tecnología supersónica parece ser la más avanzada, y es el mayor productor de drones inteligentes – la nueva arma letal de bajo costo y eficaz. En el ámbito geopolítico, su influencia ha crecido rápida y considerablemente. Rusia es ahora su socio menor. Su influencia en todo el Este Asiático e India, además de todo África, es igual o mayor que de EE.UU. Su influencia real se ha demostrado recientemente en una cumbre internacional, convocada por Xi Jinping, donde asistieron más de 20 países que en conjunto superan el 42% de la población y el 23% del PIB mundial. La idea/ mensaje es desbancar a EE.UU. del liderazgo internacional. A esa reunión faltó un grande, Brasil, que no caviló ante la presión de Trump en la política interna del gigante sudamericano. Es de esperar que esta tendencia crezca en tanto EE.UU. siga con su política errática que frustra, decepciona y maltrata al resto del mundo. ¿Podrá volver a tener un futuro presidente estadounidense la confianza de sus socios y aliados?
Por otro lado, Trump facilita los esfuerzos de China para cambiar el orden internacional. Su nefasta política arancelaria es su principal instrumento. Si un país no cumple con los deseos de Trump, se suben los aranceles contra ese país, con el consiguiente efecto negativo en su economía al tener un acceso más limitado al mayor mercado del mundo. Esta táctica de usar los aranceles como arma política, ha tenido una mezcla de resultados. Primero, a Rusia no se ha atrevido a imponerle un mayor arancel. Esa política no ha hecho mella en China (sus exportaciones entre junio y agosto son 6% más altas que en el mismo período el año pasado). India le ha dado la espalda para acercarse comercialmente más a China, lo mismo que Canadá, Vietnam, Brasil y otros. Es decir, Trump está alejando y empujando a sus aliados y países amigos. La semana pasada, Trump ha llamado al resto de países que forman parte de la OTAN (que es una alianza militar, no económica) para pedir que cesen sus compras de gas de Rusia e incrementen sus aranceles contra China para forzar a Moscú a poner fin a la invasión de Ucrania. Este parece ser otro nuevo intento de maltratar e intimidar a sus socios y aliados. A cambio, Trump se compromete a imponer sanciones a Rusia. ¿Se puede creer en que lo hará? ¿Qué tipo de sanciones? ¿Si ceden sus “aliados”, no sacará Trump otro conejo del sombrero en contra de Europa? Al presente, no es que EE.UU. no haya hecho algo para contrarrestar a Putin; todo lo contrario. Leer el subsiguiente párrafo.
El Wall Street Journal informa que grandes marcas como Coca Cola, McDonald’s y Procter & Gamble han lanzado campañas para acercarse más a Europa y alejarse de la identidad que está emanando EE.UU., así como siempre Louis Vuitton o IKEA se han identificado con Francia y Suecia. De acuerdo a una reciente encuesta de Pew Research, 50% (mitad) de los franceses, 66% (2/3) de los alemanes y 79% (4 de 5) de los suecos no opinan favorablemente sobre EE.UU.
El otro frente que contribuye a cambiar el orden internacional, es el bélico. Putin, sigue teniendo toda la libertad, y aún mayor, para seguir destruyendo Ucrania. Como nunca, Trump le ha cedido al invasor ruso la iniciativa política de cuándo y bajo qué términos finalizaría la guerra. No le ha impuesto ninguna sanción y, más bien, ha cedido significativamente inclusive antes de negociar. Con frecuencia, ha socavado el esfuerzo de Ucrania a defenderse y de Europa para protegerse. Recientemente, su reacción a la incursión en cielo polaco y bombardeo ruso con drones, miembro de la OTAN, ha sido inimaginablemente asombrosa e indiferente. Ha sido la violación más flagrante desde 1949. Hace un par de días, el cielo rumano también ha sido violado por drones rusos. Todo esto socava la credibilidad de EE.UU. y de la OTAN en favor de Rusia y, eventualmente, China.
Finalmente, su errático, temerario y torpe apoyo a Israel está deteriorando sus relaciones con Arabia Saudita, Qatar, Jordania y Emiratos Árabes, entre otros. Esta falta de un comportamiento coherente, confiable y predecible de parte de Trump erosiona la influencia de EE.UU.
El cambio radical de enfoque hacia el mundo por parte de EE.UU. ofuscado por el movimiento “Make America Great Again” ha generado cambios en el panorama económico mundial e inutilizado muchas estructuras económicas existentes. Esta ha sido una decisión política, no un desastre natural inevitable. Esos cambios van a ser permanentes. Ninguna medida de contención restaurará automáticamente el statu quo anterior. Se inicia una nueva geografía económica global y retroceden los valores democráticos; el orden internacional empieza a cambiar.