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Democracia: más allá del simple voto

Democracia: más allá del simple voto
Arturo Yañez Cortes | Columnista
| 2025-08-18 06:54:06

Escribo noche antes de las elecciones del domingo y obviamente no conozco cuáles serán los resultados de las -ojalá, justas electorales- ni siquiera a nivel del SIREPRE (ex TREP, de amargos recuerdos por el fraude del 2019). Ojalá también, el OEP haya dado la talla esta vez (desde el soberano siempre lo hacemos) y al final del día, tanto el proceso, su ejecución y sus resultados sean confiables para todos, más allá que les gusten o no. Fuera una buena muestra de institucionalidad, que tanta falta nos hace.

Pero, dejando atrás mis buenos deseos, añado que también anhelo que estas elecciones produzcan el pronosticado fin del ciclo del populismo y de la franquicia devastadora del Socialismo del SXXI- estoy seguro que como ocurre cada vez que existen elecciones, a lo largo de ayer y hoy el día D cuando se empieza a publicar esta mi opinión, se hablará en cantidades industriales de: “la fiesta electoral”, “el civismo ciudadano” “la voluntad del pueblo expresada en las urnas” y otros clichés similares que si bien ojalá se correspondan con el estado del arte producido, propongo aquí razonar -sin pretensiones de exhaustividad- hacia algo más profundo de lo que realmente implica esa bella palabreja con la que solemos llenarnos la boca prácticamente todos, peor en estas épocas electoreras: la Democracia.

Y empiezo resaltando que este sistema magistralmente descrito por el Gran CHURCHILL como: “El peor de todos los sistemas políticos, con excepción de todos los sistemas políticos restantes” abarca mucho más del voto que ayer emitimos. Probablemente sea el clímax de ese sistema, pero encierra y abarca mucho más de lo de ayer que no es poco, incluyendo su proceso previo y/o el inmediato siguiente hasta el traspaso pacífico de la administración, sin estrategias envolventes de por medio, como se pavoneaba algún personaje de funesto recuerdo. Y especialmente el desempeño del flamante gobierno, pues no es suficiente llegar o entrar democráticamente, sino fundamentalmente gobernar sostenidamente de la misma manera.

Implica fundamentalmente -huyo de la populachera clásica del “gobierno del pueblo para el pueblo”- su otra cara de la medalla que consiste en el estado sujeto al imperio del Derecho (Instrumentos internacionales; CPE y Leyes); el respeto de la madre de todas las garantías o macro garantía como es el Debido Proceso (adjetivo + substantivo) para todos sin importar su cercanía o lejanía del poder político; la igualdad de trato en favor de todos (gobernantes y gobernados) incluyendo la aplicación de la ley y por supuesto, la predictibilidad de la administración de justicia de forma que siendo independiente y objetiva, nos garantice tutela efectiva y oportuna y seguridad jurídica. Y con ello, atraiga inversión privada en lugar de espantarla como viene ocurriendo; generando fuentes de trabajo, riqueza y hasta impuestos.

Es decir, requerimos con urgencia a la vista del desastre en que estamos -inflación, falta de divisas, colas, además de pobreza y plena anomia institucional pues ellas sólo existen para la burrocracia- restablecer por lo menos en niveles regulares o aceptables la institucionalidad devastada so pretexto de revolución (en realidad, fue robolución) o proceso de cambio. No existe un solo país medianamente exitoso en términos de cumplir mínimamente sus elementales obligaciones para con sus ciudadanos -espero muy poco del padrastro estado, pues para mi gusto como decía Walt WHITMAN: “El mejor gobierno es el que deja a la gente más tiempo en paz”- que no tenga instituciones sólidas o por lo menos que funcionen regularmente realizando sus fines. El orbe nos está enseñando que esa parece ser la fórmula más confiable y nuestra actual triste realidad fruto de estos 20 años, lo ratifica más allá de toda duda razonable. ¿Los resultados electorales así también lo ratificarán o seremos un pueblo sadomasoquista? Ojalá no haya habido un madurazo, tilinazo o algún desastre similar.

Estoy plenamente consciente que esa breve excursión que hago más allá del simple voto me queda muy pero muy corta. La democracia implica muchísimo más de lo descrito en términos “chuiteros” para los actuales o en modo telegrama para los sub 90; pero probablemente como enseña la ciencia, no existe genuina democracia empezando por el voto o las justas electorales, sin ese estado sujeto al imperio del Derecho y el mecanismo para operativizarlo son instituciones que funcionen cumpliendo regularmente sus fines descritos por sus CCPP o leyes y no sirvan, como ahora ocurre, para triturar los derechos de las personas, pervertir sus garantías y convertir -hasta para quienes le idolatran- al estado de papá, en su padrastro. El reino del meterle no más.

Así que ayer habremos dado el primer raquetazo del partido, ojalá un “ace maldito” para cerrar el ciclo fracasado; pero… habrá que dar muchos raquetazos de los buenos para no solamente ganar el partido sino el campeonato y estar en el podio de la democracia. No como ahora estamos, hipócritamente catalogado por algunos como país “híbrido” aunque en la dura realidad somos un estado no democrático o de no Derecho. Amanecerá y veremos… PD: Ruego no olvidar aquello de Ernesto VELIT GRANDA: “Cada vez que una democracia fracasa, alumbra un déspota”.

Arturo Yañez Cortes | Columnista