Las elecciones generales de este domingo contarán con veedores nacionales e internacionales que se encargarán de observar, fiscalizar y supervisar la realización de la votación. El tribunal supremo electoral (TSE) autorizó a 422 observadores de 16 misiones internacionales, mientras los observadores nacionales suman 2.074. La Organización de Estados Americanos (OEA) acreditó a 87 veedores; la Unión Europea (UE) tiene 135; la Unión Interamericana de Organismos Electorales a 22 observadores; la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (Copal) a 53; Observatorio del Parlamento del Mercosur 12; la Fundación Carter, un observador; el Parlamento Andino 7 veedores; la Confederación Parlamentaria de las Américas (Copa) 9 veedores; el Observatorio Complutense de Desinformación (OCD) a 4. Entre los observadores nacionales figura la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (32 observadores); Observa Bolivia (1.319) y Fundación Jubileo (723), entre otras.
La OEA exige que las elecciones deben cumplir cuatro condiciones básicas: a) Deben ser inclusivas, que todos los ciudadanos deben estar efectivamente capacitados para ejercer su derecho al sufragio, dando cumplimiento al voto universal equitativo y al uso efectivo del derecho al voto; b) Las elecciones deben ser limpias, elemento que se debe reflejar en la integridad de las preferencias del votante; c) Deben ser competitivas, es decir, debe existir una oferta electoral con alternativas, que implica el derecho a postularse a cargos públicos y un esquema de garantías básicas para una campaña electoral; y d) Debe existir un régimen de cargos públicos electivos, que se plasma mediante elecciones periódicas, con la debida garantía de irreversibilidad de los resultados electorales.
La Carta de la Organización de los Estados Americanos, en su artículo 3, establece que “son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”.
Los observadores buscan no solo transparentar, sino también garantizar el desarrollo del proceso y sus resultados. El Órgano Electoral y el gobierno central tienen la misión fundamental de garantizar el ejercicio pleno y complementario de la democracia directa y participativa, la representativa y la comunitaria. Y asumen el desafío de transparentar el acto electoral de modo que el ciudadano participe en la conformación de los poderes públicos, y ejerza plenamente sus derechos políticos.
Los veedores tienen que acompañar y observar todo el proceso y sus resultados. Esta participación resulta necesaria y transcendental para restituir la confianza, la legitimidad y la credibilidad del proceso de designación de las principales autoridades nacionales. La presencia de los observadores nacionales e internacionales se hace imprescindible, máxime cuando hemos tenido recién varios intentos fallidos de elección judicial y han terminado autoprorrogándose la mayoría de los magistrados del tribunal constitucional.
Los gobernantes deben tener presente que en democracia las formas, los modos, los procedimientos, los ritos, los gestos, las palabras, los mensajes, los silencios, son tan importantes como los contenidos. La democracia política es condición necesaria para construir cualquier otra forma de democracia: social, económica, etc. La libertad de elegir es como puede avanzarse hacia la igualdad y la justicia, y cuando se ha invertido la dirección no se ha recuperado la libertad.
Los países en los que se han elevado los niveles de calidad de vida, de institucionalidad, de libertad, de igualdad, bienestar y prosperidad son países democráticos. La democracia es el único método que encarna o comporta en sí mismo la afirmación de ciertos valores sustanciales y universales: quien no crea en la igual dignidad básica de los seres humanos, difícilmente creerá en la democracia. Sin embargo, todos estos principios sólo se pueden materializar en la medida en que se tenga un Órgano Electoral independiente, imparcial, honesto, creíble. Los veedores nacionales e internacionales no sólo deben limitarse a acompañar todo el proceso de votación y elección de las principales autoridades nacionales, sino tienen el desafío de observar y fiscalizar su desarrollo y, sobre todo, los resultados y los principios democráticos.
*Jurista y autor de varios libros.