Editorial

El mundo que proponen los BRICS

Durante la Guerra Fría, el socialismo se presentó como un modelo alternativo frente al capitalismo, prometiendo igualdad, justicia y prosperidad colectiva. La historia demostró...

Editorial | | 2025-08-10 08:26:27

Durante la Guerra Fría, el socialismo se presentó como un modelo alternativo frente al capitalismo, prometiendo igualdad, justicia y prosperidad colectiva. La historia demostró que fue una trampa mortal: generó represión, miseria y dependencia estatal. Hoy, un discurso similar resurge, no desde la ideología marxista, sino desde la geopolítica económica: los BRICS. Este bloque, integrado por potencias emergentes tan admirado por el gobierno boliviano, propone un sistema financiero que rompa con la hegemonía del dólar y que, según sus promotores, dará paso a un mundo “multipolar” más justo y equilibrado.

El atractivo de esta narrativa es evidente: muchos países están cansados de las sanciones, del uso del dólar como arma política y de la inflación exportada por Estados Unidos gracias a su moneda fiduciaria. La idea de un sistema de pagos respaldado en oro, descentralizado y fuera del alcance de Washington, suena a independencia y soberanía. Sin embargo, el hecho de que algo suene justo no significa que lo sea.

El riesgo está en olvidar que los BRICS no son una liga de democracias transparentes, sino un conglomerado de regímenes autoritarios o cuasi autoritarios, con modelos económicos basados en el control estatal y con agendas propias que no necesariamente coinciden con los ideales de libertad individual. Así como el socialismo usó la promesa de equidad para justificar el totalitarismo, el “nuevo orden” que proponen los BRICS puede disfrazar ambiciones geopolíticas y económicas que terminen por reemplazar una hegemonía por otra mucho peor.

Es cierto que el patrón oro ofrece una disciplina monetaria que el dólar ha perdido hace décadas. También es cierto que el abuso del sistema financiero internacional por parte de Estados Unidos ha generado legítimos motivos de descontento. Pero confiar ciegamente en que un grupo de potencias —algunas con historial de manipulación, censura y expansión territorial— administrará con justicia un nuevo sistema global, es ingenuo.

El mundo necesita alternativas, pero no cualquier alternativa. Cambiar de amo no es libertad; es simplemente mudarse de celda. La experiencia histórica debería enseñarnos que la concentración de poder, sea en Washington, Moscú, Pekín o Riad, siempre termina en abuso. Un verdadero modelo alternativo debería basarse en reglas claras, respeto a los derechos individuales y límites estrictos al poder de cualquier estado o bloque.

Los BRICS pueden erosionar el dominio del dólar, pero eso no significa que conduzcan a un mundo más libre. Como el socialismo en su momento, su propuesta puede seducir con el lenguaje de la emancipación, para luego imponer un orden igual o más restrictivo. La tarea de las naciones y de los ciudadanos no es elegir entre imperios rivales, sino construir un sistema donde ningún imperio tenga el poder de dictar las reglas del juego. Solo así habrá un verdadero cambio.

Los BRICS pueden erosionar el dominio del dólar, pero eso no significa que conduzcan a un mundo más libre. Como el socialismo en su momento, su propuesta puede seducir con el lenguaje de la emancipación, para luego imponer un orden igual o más restrictivo.