
Prohibido correr si llueve. Cada vez es más palpable esta dura realidad que fastidia tanto a los nuevos aficionados de la Fórmula 1 como a los más puristas. De nuevo, la FIA se asustó en el Gran Premio de Bélgica y los pilotos ni tan siquiera montaron los neumáticos de lluvia extrema.
Finalmente, y tras una hora y media de retraso, tres cuartas partes de la carrera fueron con el asfalto seco. Y sí, Lando Norris volvió a fallar. En esta ocasión, con la gestión de su batería detrás del coche de seguridad. Así fue cómo Oscar Piastri amplió su ventaja en el campeonato de 9 puntos a 16 en un fin de semana que el espectador neutro deseará olvidar.
Volviendo al tema principal del domingo, la FIA obtuvo lo que pretendía con sus ejecuciones impopulares: convertir una carrera potencialmente espectacular en una siesta de hora y media. El único aliciente fue la diversidad de neumáticos que aportaron Piastri y Norris. El australiano optó por la goma media, mientras que el inglés montó el compuesto duro. La estrategia de Lando, por tanto, sería más efectiva en los compases finales de la prueba.
El piloto británico de McLaren, con incorrecciones de pilotaje incluidas, redujo la distancia de ocho segundos al mínimo en las últimas vueltas por pura salud de ruedas. Sin embargo, ya era demasiado tarde. Norris concedió la victoria al principio. La condena del nacionalizado piloto belga fue soportar un segundo lugar en el trazado local para su madre Cisca. Además, Piastri se distanciaría aún más en la clasificación de pilotos. Un suplicio para Lando y para la afición, que ya piensa en el cercano Gran Premio de Hungría tras aguantar el enésimo circo bochornoso impuesto por la Federación.