Todo parece indicar que, luego de los comicios del 17 de agosto, la segunda vuelta será inevitable. Lo que aún no se vislumbra es: ¿entre quiénes? La última encuesta difundida por la Red Uno muestra una final con dos candidatos de oposición, “de la derecha”, como dicen algunos. En los poco más de 30 días que aún faltan, esto podría variar sustancialmente.
De darse esa segunda vuelta, en función de las tendencias, se pueden proyectar tres escenarios.
El primero es precisamente el que refleja la fotografía de esta encuesta. Si ninguno de los candidatos del campo masista logra desplazar al segundo, la final será entre dos opositores: Samuel Doria Medina y Jorge “Tuto” Quiroga, de la Alianza Unidad y la Alianza Libre, respectivamente. De hecho, la disputa es muy intensa, incluso con guerra sucia. Ambos quieren ocupar el primer lugar en el campo opositor. En esta pugna, apelando a la jerga futbolística, “la llave está abierta”.
Ambos, en la fotografía, no llegan al 20 %. Samuel tiene 19,6 % y Tuto Quiroga, 16,6 %. La diferencia no es significativa. En tercer lugar está Andrónico Rodríguez, de la Alianza Popular, con el 13,75 %. La diferencia de 3,15 % con el segundo tampoco es significativa. De modo que todo puede suceder. Por ello, esa final entre dos candidatos de oposición es la menos probable. Sería muy lapidaria para la izquierda.
De esta pelea queda fuera Reyes Villa, de APB-Súmate, cuya aspiración se reduciría, por el voto fragmentado, a conseguir una relativa bancada parlamentaria que le dé la facultad de negociar y pactar en el Legislativo.
En el segundo escenario, la final se disputaría entre un candidato de oposición —Samuel o Tuto— y Andrónico Rodríguez, que es quien mejor se proyecta en el campo masista. En este caso, antes no se puede descartar una feroz disputa por ocupar el primer lugar en ese campo, entre Eduardo del Castillo, candidato oficialista del Movimiento al Socialismo (MAS), y Andrónico Rodríguez. Serán duros rivales. Andrónico podría aglutinar, con su perfil, el apoyo de sectores populares. También cuenta con el respaldo de la izquierda internacional. Sin embargo, no dispone del aparato del Estado ni de los 600.000 votos de empleados públicos multiplicados por tres que el candidato oficialista tendría asegurados.
En esta disputa, para posicionarse como el mejor candidato del campo masista, indirectamente ingresa Evo Morales. Él, más allá de cualquier deseo o sentimiento, aún tiene un considerable “bolsón de votos”. Si bien el evismo está pregonando el voto nulo, al final un grueso porcentaje de ese electorado acabará apoyando a Andrónico o a Del Castillo.
Es remota la posibilidad —aunque en política nada se puede descartar— de que Evo Morales acabe apoyando a uno de los dos. De lo contrario, contribuirá de manera significativa a la fragmentación del voto en el campo masista.
En este capítulo, no se puede dejar de considerar el esfuerzo de la izquierda internacional para evitar el fraccionamiento, la derrota y el desplazamiento del poder. Bajo la tutela de Podemos, el partido político que lidera Pablo Iglesias, esa izquierda —con sede en España— tiene ramificaciones en Colombia, Chile, Brasil, Venezuela, Nicaragua y Bolivia.
Para comprender mejor ese esfuerzo, es importante subrayar que impusieron al candidato de la Alianza Popular al renombrado estratega español Antoni Gutiérrez-Rubí. Este estratega, experto en campañas y elecciones, asesoró, entre otros, a Gustavo Petro en Colombia y fue clave en el triunfo de Claudia Sheinbaum en las últimas elecciones de México.
El gran problema de esta izquierda, que pretende seguir contando con Bolivia en su cadena internacional, es Evo Morales. Bajo un paraguas de protección e impunidad, intentan convencerlo para que apoye a Andrónico. Las declaraciones de la candidata a la vicepresidencia, Mariana Prado —también impuesta por esa izquierda internacional— así lo revelan.
Pues bien, este escenario de una segunda vuelta entre Andrónico y el mejor candidato del campo opositor, en mi lectura, es el más probable.
Finalmente, hay un tercer escenario que, en ningún caso, se puede descartar. Escenario que aún no ha sido advertido por la miope y retardada oposición: la final podría ser entre dos candidatos “masistas”, es decir, entre Andrónico y Del Castillo. Esta posibilidad, a simple vista, podría parecer dislocada y fuera de contexto, si tomamos en cuenta que, en las encuestas, la preferencia electoral de Eduardo del Castillo no supera el 2 %.
Sin embargo, como ya dijimos, Del Castillo parte con el voto de 600.000 empleados públicos multiplicados por tres. A esto debemos añadir el voto de los “sindicatos”. El partido de gobierno tiene bajo su control a la mayoría de ellos, incluyendo al más importante por su tamaño y alcance: la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB). La otra CSUTCB, controlada por Evo Morales, es una entidad paralela sin trascendencia.
Si la mitad de los afiliados a todos esos sindicatos, esparcidos por casi todas las comunidades del país, votan por Del Castillo, a esos votos de los empleados públicos se sumarán cerca de dos millones más. Con eso, Del Castillo aseguraría su participación en la segunda vuelta. Incluso podría ganar en la primera.
Vean cómo pueden cambiar los escenarios. En primera instancia, teníamos una final entre dos candidatos de oposición. En esta última, la segunda vuelta sería entre dos candidatos del campo masista.
Lamentablemente, la comprensión de esto no está al alcance de la limitada percepción de los anquilosados políticos de oposición, que, otra vez, estarían cediendo los espacios y el poder al MAS.
*El autor es profesor de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Mayor de San Simón.