Mientras los profetas del colapso repiten
que el mundo se queda sin recursos, los datos del Índice Simon de Abundancia
demuestran lo contrario: desde 1980, la abundancia de recursos por persona ha
crecido un 518,4%. Hoy hay más comida, más energía, más fertilizantes, más
acceso que nunca antes en la historia. Y no es magia: es innovación,
conocimiento, capitalismo.Julián Simon tenía razón. A mayor población, más
cerebros generando soluciones. El conocimiento convierte átomos inútiles en
recursos valiosos. Gracias a eso, hoy podemos alimentar a más de 8.000 millones
de personas, algo impensable hace un siglo. El precio en tiempo —cuánto
trabajamos para obtener algo— ha caído 70%, lo que significa más calidad de
vida para todos. Pero esta realidad incomoda a quienes quieren detener el
desarrollo. En vez de celebrar la creatividad humana, insisten en políticas de
escasez, subsidios y controles que solo generan miseria, como se ve en Cuba y
Venezuela. La verdadera amenaza no es la abundancia, sino la ideología que la
niega y busca frenarla. Porque donde hay libertad, hay progreso. Y donde hay
control estatal, hay hambre.