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Elizabeth Taylor: corazón de estrella, alma de lucha

La leyenda de Hollywood vivió con intensidad dentro y fuera de la pantalla. Su muerte por insuficiencia cardíaca abre la puerta a reflexionar sobre una enfermedad que afecta a millones y exige un cuidado constante.

Elizabeth Taylor
| Aníbal Romero Sandoval - Médico | 2025-07-13 19:20:00

Elizabeth Taylor no solo fue un ícono del cine clásico, sino también una figura humana compleja y valiente que enfrentó con dignidad los desafíos de la fama, el amor y la salud. Su historia es la de una mujer que brilló con fuerza, amó sin pedir permiso y luchó por causas que muchos evitaban.

Nacida en Londres en 1932, Taylor irrumpió en la escena cinematográfica a una edad temprana. A los 12 años ya era una estrella tras su actuación en National Velvet (1944). Desde entonces, encadenó una serie de éxitos que la posicionaron como una de las actrices más importantes del siglo XX.

Su belleza y talento convirtieron películas como Giant (1956), Cat on a Hot Tin Roof (1958) y Cleopatra (1963) en clásicos eternos. Ganó dos premios Óscar, demostrando que su magnetismo no solo era físico, sino profundamente interpretativo y emocional.

Taylor vivió intensamente, sin temor al juicio público. Se casó ocho veces —dos de ellas con el actor Richard Burton— y construyó una historia de amor que, aunque turbulenta, quedó grabada como una de las más apasionadas del cine. Su honestidad emocional la hizo entrañable para millones.

Más allá de los reflectores, Elizabeth también fue una pionera en la lucha contra el VIH/SIDA. Tras la muerte de su amigo Rock Hudson, lideró campañas de concientización y recaudó más de 270 millones de dólares para la investigación médica, enfrentando los prejuicios de su época con valentía.

Murió el 23 de marzo de 2011, a los 79 años, debido a una insuficiencia cardíaca. Esta condición crónica afecta a millones de personas en el mundo, especialmente adultos mayores, y requiere una atención médica y familiar constante para mantener la calidad de vida del paciente.

La insuficiencia cardíaca no significa que el corazón se detenga, sino que pierde eficacia para bombear sangre al cuerpo. Puede originarse por hipertensión, infartos previos, problemas valvulares o enfermedades del músculo cardíaco, y presenta una amplia gama de síntomas.

Entre los signos más comunes están la dificultad para respirar, fatiga, hinchazón en las piernas, aumento de peso por retención de líquidos y tos persistente. En adultos mayores, puede generar confusión o pérdida del apetito, señales que requieren atención médica inmediata.

El diagnóstico incluye una evaluación clínica detallada, exámenes de imagen como ecocardiograma y radiografía de tórax, además de análisis de sangre que permiten medir la función del corazón y los riñones.

El tratamiento busca aliviar síntomas y ralentizar el deterioro. Incluye medicamentos como diuréticos, inhibidores de la ECA, betabloqueadores y, en algunos casos, dispositivos implantables. El control diario en casa es vital, especialmente el monitoreo del peso y la dieta baja en sal.

Los cuidadores tienen un rol crucial. Deben estar atentos a señales de alerta como disnea progresiva, edema o cambios neurológicos. La comunicación con el médico y el cumplimiento del tratamiento son claves para evitar hospitalizaciones y complicaciones.

Elizabeth Taylor dejó este mundo con la misma intensidad con la que lo vivió. Su vida es un recordatorio de que la fragilidad física no disminuye la grandeza del espíritu. Su legado trasciende la pantalla, y su última batalla —la del corazón— también nos enseña sobre la fuerza del cuidado y la conciencia en salud.

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