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Sobre el suicidio y la condenación

Sobre el suicidio y la condenación
Javier Gómez Graterol - Religioso y periodista | Religioso y periodista
| 2025-07-12 00:33:36

Ha circulado, más en redes que en medios tradicionales, la noticia de que el sacerdote Matteo Balzano de apenas 35 años de edad, murió el pasado 5 de julio, en lo que hasta los momentos se presume que es un suicidio.

Dado que es sacerdote, causa aún más conmoción, porque la Iglesia es, por naturaleza, contraria a esta clase de actos.

Anteriormente dediqué unos cinco artículos al tema del suicidio, aún así, hablaré de nuevo sobre él, porque no se trata solo del padre Matteo, sino del hecho de que he conocidos personas que tienen a alguien que se ha suicidado, y quieren que profundice sobre la parte de la condenación, en especial si es un suicidio deliberado:

Lo primero que hay que decir, a manera de respuesta corta, es que la Iglesia no condena automáticamente al infierno a quien se suicida, por el contrario, ell suicidio es, para ella como Madre y Maestra, un tema muy delicado y doloroso que aborda con profunda compasión y entendimiento.

La enseñanza de la Iglesia refleja que Dios ama a cada persona, y el suicidio es considerado un acto que va en contra del valor de la vida que Él nos ha dado.

“Ayudar al suicida a quitarse la vida es, por tanto, una ofensa objetiva contra la dignidad de la persona que lo pide, aunque con ello se cumpliese su deseo: ´debemos acompañar a la muerte, pero no provocar la muerte o ayudar a cualquier forma de suicidio´” (Dignitas Infinita).

La Iglesia también reconoce que muchas veces quienes contemplan esta acción se encuentran en estados de angustia o desesperación.

El Catecismo de la Iglesia Católica (CEC 2280-2283) enseña que:

La vida es un don sagrado, y toda vida es digna de respeto y cuidado.

Las personas que se quitan la vida pueden actuar bajo una grave perturbación psíquica y no tienen pleno dominio de sus acciones.

La Iglesia invita a la esperanza y recuerda que solo Dios puede juzgar la culpabilidad de una persona en estos casos.

No solo la Iglesia se opone al suicidio: hay escuelas de reencarnación y otras corrientes esotéricas que sostienen que el suicidio (y el aborto) es (o son) una oposición a los planos de Dios, o de la entidad que ocupa su lugar, por lo tanto, en sus sistemas de creencias, hablan de reencarnar para aprender la lección aprendida, de que el suicida ve el sufrimiento que causa en los demás, y que instantánea a abandonar esta idea ya quien comete tal acto puede llegar a quedarse atrapado eternamente en un bucle que repite y revive infinitamente la situación o sufrimiento de la que se supone que quería escapar.

"Nadie está a salvo del suicidio. Es una posibilidad real para cualquiera” (Kay Redfield Jamison, psicóloga y escritora que ha abordado el tema del suicidio y el trastorno bipolar). "El hombre que se mata se roba a sí mismo una vida” Séneca, filósofo estoico)

En el suicidio, y en el suicida, hay un llamado a la compasión y al apoyo a aquellos que están sufriendo. Además, la Iglesia ofrece oraciones y apoyo pastoral a las familias que pasan por esta experiencia.

No se sabe lo que pasó por la mente de este padre y de cualquier otro suicida, debido a eso, la Iglesia no condena a la desesperación eterna a quienes lo cometen, sino que, reconociendo la complejidad de las circunstancias, confía en la infinita misericordia de Dios, además de que subraya la importancia de la oración y el acompañamiento para aquellos afectados.

El llamado es entonces a orar por su alma, para que Dios, que ve los corazones (Sal 138), tenga misericordia de él y de los demás suicidas, puesto que es el Justo Juez y quien en verdad sabe qué llevó a cada uno de estos hijos suyos a cometer este acto tan lamentable, y quien al final decidirá si serán partícipes de la vida eterna que Él nos reveló o no. A nosotros nos queda hacer nuestro deber de interceder. Dios con nosotros.

Javier Gómez Graterol - Religioso y periodista | Religioso y periodista