Editorial

¿Quién salvará al país?

Mientras el ciudadano siente la angustia diaria por la crisis económica y no sabe qué hacer, cómo sostener su negocio, cómo abastecer su hogar, llueven las promesas...

Editorial | | 2025-07-12 00:38:02

Mientras el ciudadano siente la angustia diaria por la crisis económica y no sabe qué hacer, cómo sostener su negocio, cómo abastecer su hogar, llueven las promesas de los candidatos que aseguran que van a salvar al país, incluyendo aquellos que han sido los artífices directos del desastre. El resto gira en círculos mirando al pasado, buscando culpables y asumiendo posturas mesiánicas. ¿Serán ellos los salvadores de Bolivia?

La respuesta es clara: no serán los políticos. No lo serán mientras sigan aferrados al mismo modelo estatista y centralista que ha hecho de Bolivia un país tranca. Un país que no deja producir, que no deja exportar, que persigue al que quiere emprender, que castiga al que quiere crecer por mérito propio. Un país donde la palabra “libertad económica” suena peligrosa y donde el individuo ha sido reducido a una pieza del engranaje estatal, funcional sólo si obedece, calla y depende.

Los políticos no salvarán a Bolivia porque han sido parte del problema. Durante años, alimentaron una mentalidad asistencialista, enseñando a la gente a esperar en lugar de crear, a pedir en lugar de producir, a depender del Estado en lugar de confiar en sí misma.

La única oferta válida hoy es la libertad. La única salida posible es devolverle el protagonismo al individuo. Soltar las amarras. Desmontar al país tranca. Porque mientras Bolivia siga siendo un país donde hay que pedir permiso para exportar, donde los trámites aplastan la iniciativa, donde el éxito genera sospecha y el trabajo independiente se penaliza, no habrá salida. La producción está frenada no por falta de capacidad, sino por exceso de obstáculos. El potencial está ahí, pero está maniatado.

Los candidatos que aspiran a gobernar deben dejar de venderse como salvadores. Nadie va a salvar a Bolivia desde arriba. Solo lo hará el ciudadano libre, ese que puede sembrar, comerciar, invertir, crear empleo, innovar. Pero para eso necesita espacio, garantías, reglas claras y un Estado que no interfiera ni lo controle todo. El verdadero liderazgo que se espera de un futuro gobierno no es el del que promete hacerlo todo, sino el del que promete dejar de hacer estorbo.

Ya lo vivimos antes. En los años 80, Bolivia sufrió una crisis infinitamente más aguda que la actual: hiperinflación, colapso económico, caos institucional. ¿Cómo se salió? Liberando al individuo. Se desmanteló el modelo de Estado omnipresente, se abrió la economía, se devolvió al ciudadano la libertad de buscar su destino sin cadenas. Y funcionó. El boliviano respondió con trabajo, creatividad y resiliencia. No esperó que lo salven. Se salvó solo, cuando lo dejaron.

Hoy estamos ante la misma encrucijada. No hay gas que nos rescate. No hay reservas que aguanten. No hay minería que nos salve. Pero sí hay un pueblo que puede hacerlo, si se le suelta la cuerda. El boliviano sabe producir. Sabe luchar. Sabe reinventarse. Solo necesita que el Estado deje de chantajearlo con impuestos, de acosarlo con regulaciones, de asfixiarlo con controles y precios artificiales.

¿Quién salvará al país? El que siembra. El que transporta. El que exporta. El que enseña. El que trabaja. Pero solo si lo dejamos. Solo si enterramos de una vez ese país tranca que ha sido el principal obstáculo del desarrollo nacional. Si el próximo gobierno quiere pasar a la historia, no debe ser por haber hecho más, sino por haber dejado de estorbar más.