
El martes por la tarde, Freeman Martin, director del Departamento de Seguridad Pública de Texas, confirmó que hay al menos 109 personas fallecidas y 161 desaparecidos tras las intensas inundaciones repentinas que devastaron a Texas el fin de semana.
Decenas de ciudadanos aún no han sido localizados tras el paso de una tormenta que incrementó el caudal del río Guadalupe.
El gobernador Greg Abbott sobrevoló la mañana del 8 de julio las zonas afectadas por las inundaciones que dejaron 87 víctimas únicamente en el condado de Kerr, hogar del Camp Mystic, un campamento cristiano exclusivo para niñas.
Durante una conferencia de prensa convocada desde el sitio de la tragedia, Abbott destacó el apoyo del presidente Donald Trump. “No dejaba de hablar de lo triste que estaba por todas las niñas que habían perdido la vida”, acotó el gobernador.
Autoridades del condado de Kerr aseguraron que su prioridad en este momento es recuperar a las víctimas, no hacer un recuento de lo que ocurrió horas antes de la tragedia en la región Hill Country.
“En este momento, este equipo está concentrado en traer a la gente a casa”, declaró el teniente coronel Ben Baker durante la reunión ante los medios.
Al terminar la conferencia de prensa del martes por la tarde, Abbott dedicó unos minutos para intercambiar comentarios con la comunidad del condado de Hunt.
Antes del amanecer del viernes 4 de julio, Día de la Independencia de los Estados Unidos, el agua del río Guadalupe creció 8 metros en menos 45 minutos en medio de intensas lluvias.
Tras el paso de las inundaciones, mantas y almohadas cubiertas de barro yacían dispersas en la colina del Camp Mystic, que desciende hacia la ribera del Guadalupe. Entre el lodo y los escombros, podían verse maletas en tonos rosa, morado y celeste, aún adornadas con pegatinas, testimonio silente de la vida diaria que compartían las niñas alojadas en el lugar.
El impacto humano de la tragedia resultó evidente cuando se confirmaron las identidades de algunas de las víctimas: una alumna de segundo grado, conocida por su afición a los brillos y a los lazos para el cabello; una joven consejera de 19 años que asumía el rol de guía para las campistas; y el director del campamento, de 75 años.
La movilización en respuesta a las inundaciones en Texas involucra a cientos de rescatistas provenientes de un amplio sector de entidades. Así lo comunicó Ben Baker, guardabosques estatal, quien destacó la colaboración entre agencias locales, estatales y federales, sumada al esfuerzo de numerosos voluntarios. La búsqueda de desaparecidos prosigue apoyada por esta coordinación, que procura cubrir las áreas devastadas de la forma más amplia y eficaz posible.
La emergencia ocasionada por las inundaciones en el centro de Texas ha sumado apoyo internacional. Integrantes del Cuerpo de Bomberos Acuña y de la Fundación 911 de México arribaron el domingo para colaborar en las operaciones. Además, unidades de rescate acuático de Protección Civil de México se han integrado al esfuerzo.
El despliegue mexicano se hizo necesario ante los daños producidos por intensas lluvias desde el jueves, que desbordaron el Guadalupe al oeste del estado y contribuyeron a una cifra oficial de, al menos, 109 muertos. Los equipos trabajan junto a bomberos locales en la búsqueda de personas desaparecidas y en la recuperación de cuerpos en medio de condiciones de riesgo persistente.
El Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos (NWS) había difundido una alerta ante la posibilidad de daños graves y peligro extremo para la vida humana.
La búsqueda trajo consigo uno de los momentos más conmovedores y trágicos, luego de que los cuerpos de Blair y Brooke Harber aparecieron en Kerrville, a unos 24 kilómetros del lugar donde se les vio por última vez. Se encontraban con las manos entrelazadas y portaban rosarios, símbolo de su vínculo y de la fe que acompañaba a la familia. Los abuelos de las niñas aún no han sido hallados y los equipos de rescate mantienen el operativo en la zona.