Editorial

Más allá de la economía

Bolivia no saldrá adelante mientras sigamos creyendo que todo se reduce a cambiar el modelo económico. El MAS no solo ha dejado una economía en crisis...

Editorial | | 2025-07-07 00:10:00

Bolivia no saldrá adelante mientras sigamos creyendo que todo se reduce a cambiar el modelo económico. El MAS no solo ha dejado una economía en crisis: ha dejado una estructura moral, institucional, política y cultural podrida. Si queremos reconstruir el país, hay que destruir todos esos modelos que han sido instalados, exacerbados o consolidados durante su largo y pernicioso mandato.

  1. Hay que destruir el modelo de Estado elefantiásico, que concentra el poder, asfixia a las regiones y se alimenta de una burocracia inútil y costosa. El centralismo no solo ha impedido el desarrollo local, ha destruido cualquier noción de autonomía real. El MAS llevó este modelo al extremo, usando al Estado como una agencia de empleos y como instrumento de control.

    También hay que destruir el modelo narco-mafioso que ha convertido a Bolivia en una plataforma para el narcotráfico internacional. No se trata solo de cultivos excedentarios, sino de rutas abiertas, autoridades cómplices y una institucionalidad penetrada por intereses criminales. El país se ha vuelto un problema de seguridad regional.

    Debemos destruir el modelo del chantaje social, donde los movimientos sociales no representan causas legítimas, sino instrumentos de presión y extorsión. El MAS institucionalizó el prebendalismo como forma de gobernar. El gobierno ya no decide, ejecuta lo que le ordenan sus bases.

    Hay que destruir el modelo del contrabando y la informalidad, que arrasó con la cultura del trabajo y la legalidad. En Bolivia, ser informal es más rentable. Contrabandear es más fácil. Evadir es más simple. Más del 85% de la economía está en la informalidad, y la presión tributaria sobre quienes intentan producir en regla es asfixiante.

    El modelo laboral y empresarial también debe desaparecer. No se puede generar empleo en un país donde contratar es un riesgo legal, donde las leyes castigan la iniciativa y la empresa privada es vista como enemiga. El MAS ha instalado un sistema que dice defender al trabajador, pero lo condena al empleo precario.

    La justicia es el brazo represor del poder político. Hay que destruir este modelo judicial servil, corrupto, sometido. Ningún país puede hablar de democracia mientras sus jueces actúan por consigna. Y ninguna inversión llegará donde no haya seguridad jurídica.

    La educación también ha sido deformada. Hay que destruir el modelo educativo dogmático, ideologizado, que reemplazó la enseñanza por el adoctrinamiento. El MAS utilizó el sistema educativo como herramienta de propaganda, destruyendo la calidad, la meritocracia y la formación científica. Formaron militantes, no ciudadanos.

    Y finalmente, hay que destruir el modelo cultural del facilismo, del victimismo, del privilegio sobre el esfuerzo. En Bolivia, hoy es más fácil pedir que producir, más fácil conseguir un cargo público que abrir una empresa, más fácil violar la ley que cumplirla. Se ha instalado una cultura de inmoralidad sistémica, donde se castiga al que trabaja y se premia al que parasita.

    Ningún candidato serio puede prometer un cambio real si solo habla de economía. Porque el MAS no solo dejó una crisis fiscal. Dejó un modelo de país corrompido en sus raíces. El reto no es técnico: es moral.