«Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca» (Mt 7,25).
De niño aprendí una serie de poesías llamadas colectivamente Nursery Rhymes (Rimas de guardería), con un origen en el siglo XVI en Inglaterra, muchas seguramente más antiguas aún. Lo que no nos dimos cuenta es que contenían mucho comentario social y político. Un favorito era Humpty Dumpty, que en inglés dice así:
Humpty Dumpty sat on a wall, / Humpty Dumpty had a great fall.
All the king"s horses and all the king"s men / Couldn"t put Humpty together again.
Sepa que Humpty Dumpty es un huevo. He encontrado varias traducciones en español, ninguna que me guste, por lo que hago la mía. Siempre es difícil traducir bien la poesía, los chistes y también la Sagrada Escritura, con sus ritmos, rimas, sutilezas, aliteraciones, dobles sentidos, juegos de palabras y profundidades.
Humpty Dumpty en el muro se sentó. / Humpty Dumpty de allí se cayó.
Los hombres del Rey, sus caballos tampoco, / a Humpty no podían arreglar ese loco.
El caudillo del MAS, escondido en el Chapare, es un Humpty Dumpty caído de su muro y roto sin remedio. No ha caído solo un huevo, sino todo el maple nacional: la democracia, la economía, la ecología y mucho más. Otros han hecho excelentes descripciones detalladas del desastre, por ejemplo: “Los daños que tenemos que reparar” (Gisela Derpic, periodista y columnista, 2025-06-24).
Al usar el ejemplo de Humpty Dumpty, no quiero decir que no haya ningún remedio, sino que no puede venir del caudillo; tampoco del MAS. La causa del mal no puede ser la solución.
Para dar un ejemplo bíblico, recurro a un consejo de Jesús: no sirve construir su casa sobre arena. «Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande» (Mt 7,27). El MAS siempre ha construido su casa sobre arena, que consiste en un resentimiento “anti”. Según su propio estatuto:
“Fundamentalmente somos antiimperialistas, anticapitalistas y anticolonialistas, con la convicción de profundizar la igualdad, la paridad, la interculturalidad y la despatriarcalización. Nuestro estatuto nos garantiza unidad, y a través de la unidad de la militancia y los movimientos sociales, somos invencibles social y políticamente.”
Evidentemente, no es así. El huevo se ha caído, las grietas se han abierto, los contenidos se han derramado. Porque desde el principio ha sido frágil.
En mi niñez, casi no conocía al águila calva, símbolo de mi nación, tan rara como el cóndor andino. Pues durante décadas, para acabar con los mosquitos, se utilizaba el dicloro difenil tricloroetano (DDT), sin darse cuenta de que afectaba la cáscara de los huevos de las águilas y otras rapaces. Eran tan débiles que no resistían el peso de sus progenitores al incubarlos. Finalmente fue prohibido en 1972. Poco a poco, sin ese veneno y con algo de protección a sus hábitats, las águilas se recuperaron. Ahora son comunes sobre los ríos de Wisconsin.
Algo similar hace falta en Bolivia. Para un futuro prometedor con las buenas ideas que aparecen en el preámbulo de la CPE: “Un Estado basado en el respeto e igualdad entre todos, con principios de soberanía, dignidad, complementariedad, solidaridad, armonía y equidad en la distribución y redistribución del producto social”, primero hay que quitar el veneno que está afectando los huevos antes de que nazcan los polluelos.
El MAS siempre se expresa con alguna forma de violencia: con sus bloqueos, con piedras, explosivos y ahora francotiradores. Hasta buscan sacrificar a algunos de sus propios militantes para victimizarse. Pero estas huevadas ya no pueden producir gallinas, mucho menos cóndores.
Es hora de dejar el resentimiento anti, anti, anti. Nunca olvidaremos, por ejemplo, que Cristo fue crucificado; las marcas de su suplicio son para la eternidad. Pero siempre conviene recordar las palabras del Resucitado: “La paz esté con ustedes”. El remedio del mal no es un nuevo diablo; es el perdón que lo deja sin argumento.
Otro veneno socialista es el centralismo económico, con su creciente burocracia, donde la mitad de la fuerza laboral son funcionarios depredadores que controlan a los demás. La vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad suponen la mayor descentralización posible. El socialismo resulta antisocial y antieconómico. Mejor gozar del fruto de su propio esfuerzo, aprender de los éxitos y errores, y motivarse con la esperanza de cosechar lo que uno siembra y no lo que roba.
Quizás el Estado de derecho, con la democracia auténtica, un gobierno confiable, una justicia transparente y una economía estable, es siempre un maple de huevos que tenemos que llevar con cuidado por su inherente fragilidad. Precisamente por eso se inventó el maple: hay que llevarlo con cuidado.
Estos días celebramos el 265º aniversario de Santo Corazón, la última misión fundada en 1760, apenas siete años antes de la expulsión de los jesuitas. Aunque son terrenos arenosos en el oriente chiquitano, aquella comunidad fue construida sobre la roca de las enseñanzas de Jesucristo, y por eso ha sobrevivido todas las tormentas de la historia.
Dios te bendiga. Y bendiga a Bolivia.